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La transmisión de noticias en la literatura griega antigua: de Homero a la oratoria

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La transmisión de noticias en la literatura griega antigua: de Homero a la oratoria

RAQUEL FORNIELES SÁNCHEZ
(Filologia Grekoko irakaslea, Madrilgo Unibertsitate Autonomoko Filologia Klasikoko Departamentua)

Introducción

Todas las sociedades prestan atención continuamente a la noticia, elemento básico que incluso es considerado un producto de primera necesidad. Leemos las noticias en la prensa, las vemos y escuchamos a diario en la radio, en la televisión. Nos cuentan noticias nuestros amigos, vecinos y familiares y de manera vertiginosa podemos estar informados de todo lo que ocurre en el mundo a través de las redes sociales. Sin embargo, definir la noticia es una misión casi imposible, ya que ‘noticia’ es una construcción conceptual que se forja teniendo en cuenta aspectos como la novedad, su carácter extraordinario, la relevancia, las consecuencias que tiene o la repercusión social que genera.

En la transmisión de noticias entran en juego toda una serie de factores pragmáticos que nos permiten entender que, tanto en nuestro entorno como en el de los griegos que yo estudio, para que un acontecimiento determinado pueda ser considerado noticia ha de ser de algo nuevo, desconocido hasta el momento en que alguien lo comunica. Pero eso no es suficiente: el emisor debe presuponer, además, que lo que anuncia es de interés para el destinario de la noticia, es decir, que se trata de un hecho relevante para el receptor, que despierta en él sentimientos y emociones y que tendrá consecuencias. Y les pongo algunos ejemplos muy sencillos y claros: para mí sería una gran noticia el hecho de que a mi marido le tocara la lotería o una mala noticia que entraran a robar a casa de mis vecinos, pero ¿lo serían para ustedes? La respuesta es clara: no.

La mayoría de estos aspectos a los que me refiero ya están implícitos en la etimología de la palabra – relacionada con lo nuevo en la voz inglesa news o en el cultismo español ‘nueva’ o con el conocimiento en el término latino – ‘notitia’ – del que procede nuestra ‘noticia’ – y en la propia base de la familia de términos que hacen alusión a ellos, como vamos a ver con el caso del griego.

Teniendo en cuenta estos aspectos, durante cuatro años– entre 2010 y 2014 – trabajé en la realización de una tesis doctoral que se tituló La transmisión de noticias en la literatura griega antigua, que defendí en 2015 y que recibió el premio a la mejor tesis doctoral de griego concedido por la Sociedad Española de Estudios Clásicos. En dicho trabajo, que aunaba mis dos grandes vocaciones – ya que antes de dedicarme a esto de las

Clásicas me licencié en Periodismo y había ejercido como periodista durante casi diez años – trataba de demostrar que el concepto de noticia que tenemos hoy en día no es una invención moderna, sino una institución social y cultural que hemos recibido como legado de los griegos y que solo se ve modificada por las condiciones y necesidades sociales, políticas y económicas que diferencian nuestra sociedad de las suyas.

Para poder entender qué era considerado noticia por los griegos en el periodo comprendido entre el segundo milenio a. C. hasta finales del siglo IV a. C., me pregunté cómo representaban ellos su concepto de noticia. En principio, la respuesta fue fácil: el término con el que se designa la noticia en griego es angelía, aunque debe tenerse en cuenta la reflexión de Lewis (1996, p. 6), que en su libro News and Society in the Greek Polis sostiene que la verdadera noticia no es el hecho en sí mismo, sino lo que ocurre cuando dicho hecho se comunica y que, por tanto, la clave la daría el verbo angéllō (‘anunciar’), que es el término que alude al proceso.

Sin embargo, en mi opinión, tanto el análisis de angelía1 como el de angéllō resultan insuficientes por una sencilla razón: ambos derivan de ángelos, el mensajero, que no es otro que el responsable de transmitir la noticia. Por eso, la etimología me condujo a iniciar el estudio con la palabra primitiva ángelos (que, con casi toda seguridad está atestiguada en griego micénico) y, a partir de ahí, a hacerlo extensivo a todos sus derivados (un total de 52 términos) atestiguados en los autores que componen el corpus estudiado.

De ahora en adelante, mi propósito es presentarles el concepto de noticia que tenían los griegos representados en las sociedades reflejadas en los dos grandes poemas homéricos (la Ilíada y la Odisea), en las tragedias que conservamos completas de Esquilo, Sófocles y Eurípides, en las comedias de Aristófanes, en los textos de los tres grandes historiadores Heródoto, Tucídides y Jenofonte y en la oratoria griega (en concreto en los discursos de Isócrates, Lisias, Esquines y Demóstenes).

Obviamente, al estudiar individualmente cada ejemplo no examiné las concurrencias de manera aislada, sino los términos en su contexto verbal y, sobre todo, extraverbal, que está muy relacionado con la pragmática y con toda una serie de valores y percepciones compartidos por los miembros de una sociedad. Por citar un solo ejemplo muy sencillo, en la guerra una victoria es, en principio, una noticia excelente, pero la realidad es que lo es para los vencedores, nunca para los vencidos, como es lógico.

1 Además, angelía no siempre hace referencia a la noticia. Puede remitir a un mensaje o a una orden y solo podemos determinar de qué se trata atendiendo al contexto.

 

Y antes de centrarme en los textos que quiero presentarles, quiero darles una buena noticia, al menos para mí: hace unos meses (en enero de 2023) se publicó una monografía derivada de este trabajo inicial en la prestigiosa editorial alemana De Gruyter con la versión en inglés de mi trabajo. El libro se titula The Concept of News e incluye una revisión del concepto que presenté en mi tesis, ya que examina también el concepto de Fake News, acuñado y popularizado en 2016 por Donald Trump en su campaña electoral a las elecciones presidenciales y del que también les hablaré hoy aquí.

 

Homero: la Ilíada y la Odisea

Vamos a comenzar nuestro recorrido por los dos grandes poemas de la épica griega, las dos grandes epopeyas atribuidas a Homero, la Ilíada y la Odisea y, antes de presentarles algunos pasajes concretos, es preciso que nos pongamos en situación. La Ilíada narra un breve episodio del décimo y último año de la guerra de Troya. La acción se desarrolla en un único lugar – el campo de batalla – y trata casi exclusivamente de la contienda. En la Odisea, en cambio, los escenarios se multiplican y la complejidad de la trama es mayor. Se trata de un viaje de regreso (un nostos), la vuelta de Ulises – que partió con rumbo a Troya, a la guerra, veinte años atrás y es el único de los supervivientes que aún no ha retornado – a su patria, Ítaca. Todo ello debe ser tenido en cuenta antes de abordar el estudio de la noticia en Homero, ya que podemos intuir que las nuevas que se trasmiten en un poema y en otro serán completamente distintas.

Les voy a hablar, en primer lugar, de la noticia más importante de la Ilíada. Sabemos que, aunque está ambientado en la guerra de Troya, el tema principal del poema no es la guerra, sino la cólera de Aquiles. Agamenón, rey de reyes, jefe de los aqueos, desoyó la petición de Crises, sacerdote de Apolo, que le suplicó que le devolviera a su hija Criseida, otorgada a Agamenón como parte del botín conseguido tras capturar una fortaleza. Crises pidió a Apolo que se vengara y el dios envió una peste contra el ejército aqueo. Para librar a los suyos de la plaga, Agamenón se vio obligado a devolver a Criseida, pero exigió a Aquiles que le entregara a otra esclava, Briseida, que había sido su botín. Tras una agria disputa, Aquiles, obligado a entregar su botín a Agamenón, decidió retirarse de la lucha lleno de cólera por la deshonra sufrida.

A medida que avanza el combate y la guerra se complica cada vez más para los aqueos, el gran amigo de Aquiles, Patroclo, le convence para que le ceda sus armas y le permita liderar el ejército de los mirmidones. Aquiles termina cediendo y Patroclo logra hacer retroceder a las fuerzas troyanas, pero el príncipe troyano Héctor, que lo confunde con Aquiles, lo mata en plena batalla. Veamos ahora cómo Aquiles se entera de la desgracia. En el canto diecisiete, Menelao – el hermano de Agamenón – da a Antíloco –compañero de Aquiles – la ‘funesta nueva’ (lygrẽs angelíēs / λυγρῆς ἀγγελίης): Héctor ha matado a Patroclo. Después, le pide que acuda ante Aquiles y le anuncie la mala noticia (kakón epos angeléonta / κακὸν ἔπος ἀγγελέοντα) y Antíloco, al que Homero describe como mensajero de pies veloces (ángelos / ἄγγελος) informa al Pelida (hijo de Peleo):

Homero, Ilíada XVIII 18-21
¡Ay de mí, hijo del valeroso Peleo! De una muy funesta noticia vas a enterarte, que ojalá no hubiera sucedido: yace Patroclo y están luchando alrededor de su cuerpo desnudo. Además, sus armas las tiene Héctor, de impetuoso penacho.

La importancia de la noticia es innegable, como evidencian las inmediatas consecuencias que de ella derivan: Aquiles depone su cólera y toma parte en el combate, lo que cambiará radicalmente el curso de la guerra, que acabará con Troya destruida.

Como es lógico, esta es una nueva muy mala para quien la recibe. En este sentido, es interesante poner de relieve que, a partir de pasajes como estos, se observa que en los poemas homéricos no existe ningún término de la familia léxica estudiada que aluda a la mala noticia. El matiz negativo se indica mediante los adjetivos que acompañan a la voz jonia angelíē (ἀγγελίη), como lygrḗ (λυγρή ‘funesta’) o alegeinḗ (ἀλεγεινή, ‘dolorosa’), o con el sintagma kakón epos (κακὸν ἔπος) en función de complemento directo del verbo angéllō (ἀγγέλλω, ‘anunciar’).

El análisis de la familia léxica que nos ocupa en los homéricos arroja un dato interesante: no hay un término para designar la mala noticia, pero sí hay uno para la buena, euangélion (εὐαγγέλιον, ‘buena nueva’), que se atestigua por primera vez en la literatura griega – dos veces – en la Odisea. Nos situamos en el canto catorce del poema que nos narra las aventuras de Odiseo. Cuando el héroe por fin consigue llegar a Ítaca, decide disfrazarse de mendigo para sorprender a los pretendientes de Penélope y poder ejecutar su plan de venganza. Sin embargo, antes de llegar a palacio, debe encontrarse con otros personajes, como el fiel porquero Eumeo. El anciano, desolado por la incertidumbre, conversa con Odiseo (insisto en que disfrazado de mendigo), y le asegura que ya no confía en que el regreso del héroe vaya a producirse, pues está convencido de que ha muerto. El propio Odiseo, aunque aún no está dispuesto a revelarle su identidad, trata de animarle con estas palabras:

Homero, Odisea XIV 149-153
¡Amigo! Pues lo niegas por completo e incluso afirmas que aquel no regresará, en tu ánimo siempre desconfiado. Sin embargo, yo no referiré en vano, sino con un juramento, que volverá Odiseo. Y que por la buena nueva obtenga yo recompensa al punto, cuando él, tras llegar, haya entrado en su palacio.

El porquero responde, escéptico, con el mismo término:

Homero, Odisea XIV 166-167
¡Anciano! Ni yo por la buena noticia te recompensaré, ni tampoco Odiseo a casa va a regresar.

Aunque Eumeo aún lo ignora, tiene ante sus ojos la buena nueva. Euangélion (Εὐαγγέλιον) no remite a una noticia cualquiera, sino a la más esperada de la Odisea y que tendrá importantes consecuencias, pues todos aguardan la llegada del héroe excepto los pretendientes, que morirán cuando todo se haya descubierto.

Los que aquí hemos mostrado son únicamente algunos ejemplos de cómo el estudio del léxico nos permite afirmar que, tanto en la Ilíada como en la Odisea, las noticias presentan ciertos aspectos en común: siempre son importantes para el desarrollo de la trama, están relacionadas con los personajes principales de ambos poemas y conllevan consecuencias importantes. Podemos afirmar, además, que para los miembros de la sociedad reflejada en la Ilíada era noticia todo lo que relacionado con la guerra (además de la muerte de Patroclo, Iris anuncia a los troyanos el estallido, Dolón informa a los aqueos de la situación de sus enemigos, Patroclo refiere a Aquiles las malas condiciones en las que se encuentran sus compañeros, etc.). En la Odisea, en cambio, la situación es notablemente distinta. Para los individuos retratados en este poema era noticioso todo lo relativo a la vuelta a casa de los héroes, como el de Agamenón, el de Telémaco y, sobre todo, el de Ulises. Solo hay un contexto en el que se alude a la muerte como noticia, la de Aquiles (cf. Hom. Od. XXIV 48).

 

La tragedia: Esquilo, Sófocles y Eurípides

Hablar de noticias en la tragedia griega implica, sin duda, hablar del transmisor de nuevas por excelencia, el ángelos (ἄγγελος) el mensajero, que era un personaje de la obra y que ya era considerado por los propios autores antiguos una figura característica del género, y su intervención – la escena de mensajero – una convención más que consolidada. Sus noticias no son banales, sino todo lo contrario. Se encuentran estrechamente ligadas a la acción, incrementan la tensión dramática (el pathos dramático) y obedecen a la necesidad de introducir una información ‘extraescénica que, por distintas razones, no podía escenificarse.

En Why Messenger Speeches?, un exhaustivo estudio sobre este personaje del drama ático, J. M. Bremer hace hincapié en que en la tragedia los eventos importantes nunca son mostrados (shown) ni interpretados (acted), sino que se informa sobre ellos, son relatados como noticias (reported) por los mensajeros y establece una serie de causas que justificaban las escenas de mensajero: mantener la unidad de lugar, referir escenas de muchedumbre, transmitir milagros y sucesos sobrenaturales, relatar las muertes y mantener la tradición literaria mediante un relato de naturaleza narrativa que entronca directamente con la realidad oral de la literatura arcaica.

El mensajero trágico presenta unas características muy concretas. En primer lugar, transmiten noticias utilizando un léxico muy concreto, el propio de un mensajero, es decir, los términos derivados de ángelos. Su principal misión, por tanto, es informar y ellos lo saben. Por eso, es muy habitual que el propio mensajero lo deje claro en cuanto entra en escena, como hace el mensajero que, en los Persas de Esquilo, irrumpe con estas palabras:

Esquilo, Persas 249-255
¡Oh, ciudades de toda la tierra de Asia! ¡Oh país persa y puerto abundante en riquezas! ¡Cómo de un solo golpe ha sido aniquilada tu inmensa dicha! ¡Ay de mí! ¡Mi primera desgracia es traer noticias desgraciadas! ¡Y, sin embargo, persas, es necesario que yo os revele todo el desastre! ¡Sí! ¡Todo el ejército ha perecido!

La mayoría de los mensajeros son anónimos, aunque sabemos – por las indicaciones que encontramos en los propios textos – que muchos de ellos son sirvientes. También les caracteriza su lealtad, aspecto muy importante, ya que les hace gozar de credibilidad absoluta cuando transmiten las noticias. Y también contribuye a que sean creídos el hecho de que realicen un auténtico ejercicio de autopsia, entendida en el más puro sentido griego como la acción de ver algo con los propios ojos: son testigos directos de las noticias que han venido a transmitir. Ellos mismos lo dicen, como vemos en el caso del mensajero de los Persas o el de los Siete contra Tebas:

Esquilo, Persas, 265-266
Como yo estaba presente y no lo sé por haber oído palabras de otro, puedo contaros, persas, las crueles desgracias que allí sucedieron.

Esquilo, Siete contra Tebas, 40-41
Vengo con fieles noticias del campo enemigo. Yo mismo he contemplado los acontecimientos.

En el mismo sentido, con el propósito de evidenciar que cuentan los hechos porque han estado presentes, los mensajeros trágicos incluyen en sus extensos relatos testimonios de los protagonistas en estilo directo, como puede verse, por citar un solo ejemplo, en el caso del mensajero de Medea:

Eurípides, Medea, 1149-1156
Y tu esposo intentaba calmar a la joven diciéndole: “¿No vas a ser benévola con mis seres queridos? ¿Cesarás en tu furor y volverás la cabeza de nuevo hacia nosotros, considerando amigos a los que antes lo eran de tu esposo? ¿Aceptarás los regalos y pedirás a tu padre que, en consideración hacia mí, libere a mis hijos del destierro?”.

Todo ello contribuye, como hemos dicho anteriormente, a que la fiabilidad de sus noticias sea indiscutible. Nadie las pone en duda y, por si acaso, ellos mismos se encargan de dejarlo claro, como podemos ver en este pasaje de Agamenón:

Esquilo, Agamenón, 680
Y después de haber escuchado tales noticias, que sepas que estabas oyendo la verdad.

Y, precisamente, por todo esto, encontraremos excepciones, como veremos más adelante, ya que, cuando alguien quiere transmitir noticias falsas con un propósito concreto lo hace comportándose como un mensajero (como ocurre, por ejemplo, en el caso del pedagogo en la Electra de Sófocles que narra la falsa muerte de Orestes).

Por último, como también se ha mencionado ya, la escena de mensajeo se convierte en una convención en la tragedia y tiene un esquema concreto. Cuando el informador entra en escena, pregunta por el destinatario de sus noticias y mantiene un breve diálogo con el personaje o personajes que se encuentra. Ese breve diálogo – denominado prólogo ‘esticomítico’ – finaliza con una pregunta de su interlocutor, habitualmente, ‘¿cómo?’ con la que invita al mensajero a lucirse con un espléndido relato que suele tener más de un centenar de versos y en la que se narra lo ocurrido con todo lujo de detalles. Por último, una vez finalizado el relato, el mensajero suele emitir un consejo o una sentencia, como hace este personaje en Helena:

Eurípides, Helena, 1617-1618
No hay nada más útil para los hombres que una prudente desconfianza.

Una vez más, el estudio de la familia léxica derivada de ángelos nos ofrece la posibilidad de discernir qué era noticia para los miembros de las sociedades reflejadas en la tragedia griega y comprobar que siempre están relacionadas con los personajes principales de las obras, que son realmente relevantes para los receptores y que acarrean consecuencias importantes. En las tragedias de Esquilo abundan las noticias relativas a la guerra y a los regresos de los héroes; en las de Sófocles, las concernientes a suicidios y, en las de Eurípides, las referentes a asesinatos, milagros y fugas. Además, algunos términos de la familia léxica estudiada comienzan a emplearse para referir el anuncio de los vaticinios de los oráculos.

 

La comedia: Aristófanes

Es de sobra conocido que el espíritu común de toda comedia política, como la comedia de Aristófanes, es la crítica al poder establecido y a los dirigentes (Melero Bellido, 2000, pp. 431-499). Pero no son los mandatarios las únicas víctimas de la burla y el escarnio. También hay crítica literaria en la obra aristofánica y en el punto de mira del comediógrafo están no solo el propio Eurípides, sino también los personajes y las convenciones de la tragedia, entre las que se encuentran el mensajero y la escena que protagoniza. En Pluto, por ejemplo, el léxico nos permite identificar a un mensajero del que, por el contexto, sabemos que se trata de Carión, un sirviente del labrador Crémilo, que llega y conversa así con el corifeo:

Aristófanes, Pluto, 625-632

CARIÓN: ¡Oh, ancianos acostumbrados a mojar pan en la sopa en las fiestas Teseas! ¡Qué bien os va la vida! ¡Qué bien os ha salido todo, y también a todos cuantos observáis un comportamiento honrado!

CORIFEO: ¿Qué sucede, queridísimo, con tus amigos? Pues parece que has venido como

mensajero (ángelos) de algo provechoso.

La noticia que Carión entregará es, como muchas de las que transmiten los mensajeros de la tragedia, un milagro: Pluto, que estaba ciego, ha recobrado la vista. Y éste es el comienzo de una escena de mensajero parodiada. Por una parte, el propio Carión simula la solemnidad con la que los mensajeros entran en escena; por otra, el corifeo alude a él como ángelos, como mensajero. La noticia ya le he dicho: Pluto, que había perdido la vista, la ha recuperado. La esposa de Crémilo, que se encuentra en escena, reacciona de inmediato mostrando así su alegría:

Aristófanes, Pluto, 625-632
¡Por Hécate!, también yo quiero ceñirte por las buenas noticias (euangélia / εὐαγγέλια) que has anunciado (apangeílanta / ἀπαγγείλαντα) con una cadena de panes cocidos al horno.

A simple vista, llama la atención el uso del léxico propio del mensajero. El verbo empleado en esta ocasión es el compuesto apangéllō / ἀπαγγέλλω y el término con el que se hace referencia a las noticias es uno del que ya he tratado al hablar de los poemas homéricos y que designa la buena nueva: euangélion / εὐαγγέλιον. El mismo término lo encontraremos también en el siguiente pasaje, de Caballeros. Quien informa es el Morcillero, que describe así la reacción de los receptores de las buenas noticias que había comunicado:

Aristófanes, Pluto, 646-647
Inmediatamente los rostros se serenaron. Después, me coronaron por las buenas noticias (euangélia / εὐαγγέλια).

 

Poco antes, el propio Morcillero había relatado un intenso debate que mantuvo con el Plafagonio y explica que su rival, para ganarse el favor del Consejo, hizo la siguiente proposición:

Aristófanes, Pluto, 654-656
Señores, me parece bien en seguida, en honor de las coyunturas anunciadas (eisēngelménais / εἰσηγγελμέναις), celebrar las buenas noticias con el sacrificio (euangélia / εὐαγγέλια) de cien bueyes a la diosa.

La alusión a la celebración de sacrificios para celebrar las buenas nuevas no es casual, ya que la acción de sacrificar víctimas en honor a la divinidad impregna la escena de seriedad y respeto. Sin embargo, la parodia es más que evidente si tenemos en cuenta lo absurda que es la notica que el Paflagonio pide que se agradezca:

Aristófanes, Pluto, 642-645
¡Oh, Consejo! Puesto que os traigo buenas noticias quiero anunciároslas (euangelísasthai / εὐαγγελίσασθαι) en primer lugar a vosotros: en efecto, desde que la guerra nos estalló nunca vi las sardinas tan baratas.

Y aquí quiero llamar la atención sobre el término con el que el Morcillero expresa que las nuevas son favorables, el verbo euangelízomai / εὐαγγελίζομαι, otro término de la familia léxica que estamos examinando. Por otra parte, nos encontramos ante un caso de paratragedia, de parodia de la tragedia, llevada al extremo, pues el Morcillero ha llegado como un ángelos ante el coro y está representando una escena de mensajero cómica.

 

Las obras de los grandes historiadores: Heródoto, Tucídides y Jenofonte

Centrémonos ahora en un género completamente distinto: la historiografía. Si tenemos en cuenta que la principal temática de las obras de Heródoto, Tucídides y Jenofonte está relacionada con grandes conflictos bélicos (las Guerras Médicas, la Guerra del Peloponeso, la expedición militar de Ciro el Joven contra su hermano, el rey de Persia Artajerjes II, etc.) no es de extrañar que el concepto de noticia en la historiografía tenga que ver lo público, con lo que afecta a toda la comunidad. Además, en este género, los mensajeros son individuos especializados en tareas diplomáticas, como muestran los siguientes ejemplos. En el primero, Heródoto alude a un triunfo de los persas:

Heródoto VIII 54.1
Cuando se hubo apoderado por completo de Atenas, Jerjes envió un mensajero (ángelon / ἄγγελον) a caballo a Susa para que le anunciara (angeléonta / ἀγγελέοντα) a Artábano su actual éxito.

En el siguiente pasaje, en cambio, ocurre todo lo contrario:

Heródoto VIII 98.1
Al mismo tiempo que tomaba estas medidas, también envió a los persas a un mensajero para que les anunciara (ángelon angeléonta / ἄγγελον ἀγγελέοντα) la desgracia acontecida.

La adversidad comunicada por este mensajero no es otra que la derrota de los persas ante los griegos en la batalla de Salamina.

El análisis del léxico nos muestra que en los textos de Heródoto, Tucídides y Jenofonte son noticia en la guerra las victorias, las derrotas, los movimientos del enemigo, las muertes en combate, las sublevaciones y el contenido de los mensajes anunciados por aquellos que son enviados en embajada: treguas, propuestas y negociaciones o peticiones y ofrecimientos de auxilio. Asimismo, el espionaje adquiere una importancia muy considerable y son frecuentes, y muy valiosas, las nuevas obtenidas por individuos que han desempeñado dicha labor.

En contextos como estos, las noticias serán buenas o malas en función del bando al que pertenezca el destinatario y, como en otros géneros, cabe destacar que no hay términos de la familia léxica que estamos examinando para referirse a una mala noticia, sino que el matiz negativo se infiere por el contexto o porque es calificada como funesta o terrible (por ejemplo, en Tucídides VI 104.1 o Jenofonte, Ciropedia VII 5.52). Sí se atestigua el término euangélion / εὐαγγέλιον para señalar la presencia de las buenas, pero de estas buenas nuevas hablaremos más adelante porque tienen características especiales.

Fuera del ámbito bélico, con los términos derivados de ángelos se anuncian también otras nuevas, como las muertes y asesinatos (por ejemplo, el de Hiparco, perpetrado por Harmodio y Aristogitón), los nacimientos (como el de Demarato), las respuestas a los oráculos, las visiones en sueños, los milagros (por ejemplo, el parto de la mula de un tal Zópiro) y, aunque en contadas ocasiones, algunos cotilleos (como un supuesto lío amoroso de Agesilao).

 

La oratoria griega: Isócrates, Lisias, Esquines y Demóstenes

En la oratoria, como en los textos de los historiadores, el concepto de noticia está estrechamente vinculado a lo público y la mayoría de nuevas tienen que ver con la guerra. En la polis, de igual modo que en el campo de batalla, es noticia la propia disensión y todo lo que de ella deriva: la muerte, los movimientos del enemigo, las victorias y las derrotas, los tratados de alianza y de paz o las treguas. Todo ello es anunciado con los derivados de ángelos y, de nuevo, tendremos que servirnos del contexto para dilucidar si las nuevas anunciadas son buenas o malas.

Por ejemplo, en su Discurso Fúnebre, Lisias afirma que las Amazonas no pudieron aprender de sus errores para, tras regresar a casa, anunciar (apangeîlai / ἀπαγγεῖλαι) su propio infortunio. En este pasaje de Esquines, sin embargo, la noticia es favorable:

Esquines, Sobre la embajada fraudulenta 18
Y uno de los miembros del Consejo era Demóstenes, mi acusador. Y cuando compareció Aristodemo, anunció (apḗngeile / ἀπήγγειλε) la buena disposición de Filipo hacia la ciudad y añadió que incluso quería ser aliado de la ciudad.

Al estudiar los discursos de los oradores encontramos un pasaje de Sobre la corona de Demóstenes en el que él mismo pide que se lean unos versos de una tragedia, entre los que figura uno que sí haría alusión expresamente a la mala noticia, el verbo kakangeléō / κακαγγελέω. No obstante, vamos a dejarlo de lado, ya que el término no nos arroja información sobre la oratoria sino sobre la tragedia y, además, ha sido muy discutido desde el punto de vista textual, pues los manuscritos ofrecen distintas lecturas.

En los textos de los oradores sí tenemos testimoniados dos términos que designan la buena noticia: el verbo euangelízomai / εὐαγγελίζομαι y el sustantivo euangélion / εὐαγγέλιον. Εl pasaje que presento a continuación está extraído del Areopagítico de Isócrates. Así reprocha el orador a su auditorio el hecho de que parezca haberse olvidado de los problemas de Atenas:

Isócrates, Areopagítico 9-10
Pues sois semejantes a los hombres que se encuentran así y tras haber perdido todas las ciudades de Tracia, de haber pagado más de mil talentos de oro en vano a los extranjeros, de estar desacreditados entre los griegos, de haberos hecho enemigos del bárbaro e incluso de veros forzados a salvar a los amigos de los tebanos y de haber perdido a vuestros aliados portales acciones ya hemos celebrado con sacrificios dos veces las buenas noticias (euangélia / εὐαγγέλια) y deliberamos en asambleas sobre ellas con más facilidad que quienes hacen todo lo que deben.

El pasaje está repleto de ironía y, una vez más, observamos cómo euangélion vuelve a hacer alusión a nuevas favorables y que su recepción es celebrada con sacrificios, lo que impregna de solemnidad el acto.

 

Fake News

Donald Trump popularizó el término fake news (noticias falsas) durante y después de la campaña electoral de las elecciones presidenciales en 2016. El término no tardó en ser admitido en el Oxford English Dictionary, donde se define como “noticia que transmite o incorpora información falsa, fabricada o deliberadamente engañosa”. Evidentemente, esta expresión se aplica a un contexto sociocultural muy concreto y actual y no puede entenderse sin los medios de comunicación de masas actuales. Las redes sociales, en particular, pueden difundir bulos o noticias falsas (pseudo-noticias) destinadas a generar desinformación por todo el planeta en cuestión de segundos. Por esta razón, debe entenderse que en este trabajo se usa el término avant la lettre y que lo que se pretende es mostrar que en las sociedades representadas en las obras que conforman el corpus analizado, las fake news se difunden con fines muy concretos, exactamente del mismo modo que sucede en la actualidad.

Recupero la diapositiva que les mostré al principio cuando les conté que el estudio de ángelos y sus derivados me llevó a estudiar un total de 52 términos para explicar ahora que, de todos ellos, solo tres tienen relación con las noticias falsas: pseudángelos / ψευδάγγελος, pseudangeléō / ψευδαγγελέω y pseudangelía / ψευδαγγελία.

Comenzaremos con pseudángelos (falso mensajero, mensajero de noticias falsas: compuesto formado por pseûdos/ ψεῦδος (‘la mentira’) y ángelos). Se testimonia solamente una vez en Homero2, en la Ilíada, y alude a la diosa Iris, la encargada de transmitir los mensajes, consejos u órdenes de los dioses, que se encuentra especialmente vinculada a Zeus quien, en el siguiente pasaje, le ordena que acuda ante Posidón para exigirle que se retire del combate:

2 Fuera del corpus aquí estudiado, este término también aparece en la Poética de Aristóteles (1455a) en alusión al título de una tragedia perdida de Sófocles: Odiseo el falso mensajero.

Homero, Ilíada XV 58-59
Anda ve, veloz Iris, a anunciarle al soberano Posidón todo esto, y no seas mensajera de mentiras (pseudángelos / ψευδάγγελος).

En una sola ocasión se atestigua el verbo pseudangeléō / ψευδαγγελέω. El ejemplo se encuentra en una comedia de Aristófanes, los Pájaros, en alusión a un heraldo al que Pistetero, el protagonista, denomina ángelos:

Aristófanes, Los Pájaros 1340-1341
Pistetero –. Parece que el mensajero (ángelos / ἄγγελος no ha anunciado noticias falsas
pseudangelḗsein / ψευδαγγελήσειν)
, pues este se acerca cantando sobre águilas.

 

Por último, veamos el término pseudangelía / ψευδαγγελία, que se refiere literalmente a la falsa noticia. Solamente aparece una vez, pero el pasaje es muy interesante. Se encuentra en El jefe de la caballería, tratado de Jenofonte sobre cómo debe ser un buen militar y llama la atención la importancia que concede el historiador a la mentira como estrategia perfecta para combatir al enemigo:

Jenofonte, El jefe de la caballería 5-8
También es posible asustar a los enemigos inventando emboscadas fingidas, auxilios simulados y falsas noticias (pseudangelías / ψευδαγγελίας), pues los enemigos se muestran especialmente audaces cuando se enteran de los problemas y dificultades de los adversarios.

El hecho de que haya tan pocos términos que designen las noticias falsas no quiere decir que no se transmitieran noticias falsas o bulos en la literatura griega. Tienen una gran importancia en dos de los grandes géneros: la tragedia y la historiografía.

‘Fake news’ en la tragedia

Les traslado una pregunta. ¿Cómo creen que se transmiten la mayoría de las fake news en la tragedia griega? La respuesta es sencilla: el portador de las nuevas lo hace comportándose como un ángelos, un fiel mensajero. Y esto implica, entre otras cosas, adoptar las mismas convenciones que adopta un mensajero y utilizar el mismo léxico que un mensajero. Y me voy a centrar en una tragedia en la que las fake news son esenciales para que pueda ejecutarse un plan de venganza: la Electra de Sófocles3.

El contexto es el siguiente: Agamenón, rey de Micenas, regresa de la guerra de Troya y a su vuelta encuentra una situación muy desagradable: Clitemnestra, su esposa, tiene un amante, Egisto. Según unas fuentes, Egisto mató a Agamenón; según otras, fue la propia Clitemnestra quien asesinó a su marido. Fuera quien fuese, lo que aquí nos importa es que el héroe es asesinado y que Orestes, hijo de Agamenón y Clitemnestra y hermano de Electra, planea vengar la muerte de su padre. Para alcanzar su propósito, Orestes recurre a la ayuda de un pedagogo, un anciano fiel, leal, cercano a la familia y al que le pedirá que se haga pasar por un mensajero, por un ángelos para anunciar su falsa muerte.

El plan ya empieza a tramarse en el prólogo de la tragedia, donde Sófocles nos presenta a Orestes conversando con el anciano y le dice que, en su visita al oráculo de Delfos, Apolo le indicó que él mismo, sin armas ni ejército, sirviéndose solamente de su astucia, debía matar a los traidores. Por eso, el joven pide al pedagogo que entre en palacio y se entere de todo lo que está sucediendo en el interior para que, una vez que sepa todo aquello que pueda resultarle de utilidad, salga y se lo anuncie a él. Pero antes de que el sirviente se marche a cumplir su cometido, Orestes le da una serie de instrucciones: tendrá que decir que es un extranjero focense que viene de parte de un tal Fanoteo, el mejor de sus amigos. La parte más importante del plan es la siguiente:

Sófocles, Electra 47-50
ORESTES: Y anuncia (ángelle / ἄγγελλε), reforzándolo con un juramento, que ha muerto Orestes a causa de un fatal accidente en los juegos Píticos tras caer rodando desde el carro movido por dos ruedas.

El imperativo no puede ser más significativo. Orestes exhorta al anciano directamente a comportarse como un ángelos. El plan de Orestes tiene dos partes y así explica él mismo cómo actuarán:

3 Otras fake news de la tragedia son las siguientes: en Coéforos de Esquilo la noticia es la misma: la ficticia muerte de Orestes para vengar la muerte de Agamenón, solo que el transmisor no es un pedagogo, sino el propio Orestes junto a su amigo Pílades. En las Traquinias de Sófocles, el heraldo Licas miente sobre la identidad de las mujeres que le acompañan. En el Filoctetes de Sófocles, Neoptólemo refiere el supuesto fallecimiento de Aquiles y un mercader también miente al informar a Filoctetes. Además, en la Helena de Eurípides la propia Helena le anuncia a Teoclímeno la muerte ficticia de Menelao como parte de un plan de fuga.

Sófocles, Electra 51-58
ORESTES: Nosotros, tras adornar la tumba de mi padre, volveremos, sosteniendo en las manos una urna que sabes que tengo escondida entre las matas para después de engañarles con esta historia, llevarles la dulce noticia de que mi cuerpo ha perecido, consumido por el fuego y convertido en polvo.

Con su plan ya presentado a los espectadores, más adelante el fiel pedagogo obedecerá.

En cuanto entra en palacio, se dirige así a Clitemnestra:

Sófocles, Electra 666-667
PEDAGOGO: ¡Salud, reina! Vengo con dulces noticias de parte de un hombre amigo para ti y, al mismo tiempo, para Egisto.

El pedagogo hace referencia a las nuevas con una de las fórmulas empleadas por los mensajeros y, acto seguido, la reina pide más información al anciano, que le da la noticia:

Sófocles, Electra 673
PEDAGOGO: Por resumir brevemente: Orestes está muerto.

En ese momento, su hermana Electra, que está en escena, comienza a gritar desesperada y Clitemnestra, que está pletórica (pues, si la noticia es cierta a ella se le acaban los problemas), pide al pedagogo, que se lo cuente todo:

Sófocles, Electra 679
CLITEMNESTRA: Extranjero, dime la verdad. ¿De qué manera pereció?

El anciano, entonces, se luce con un espléndido relato de mensajero de ochenta y tres versos (Sófocles, Electra 680-763) digno del mejor de los ἄγγελοι pese a ser inventado. El pedagogo culmina su extenso relato con un broche de oro, la autopsia característica de los fidedignos mensajeros:

Sófocles, Electra 761-763
PEDAGOGO: Tales son los hechos; según el relato, dolorosos, pero para quienes los vieron,

como nosotros los vimos, la más grande de las desgracias que yo he contemplado.

Los verbos de percepción de los que se sirve el pedagogo para certificar su condición de testigo directo de los hechos surten el efecto deseado: la mentira no ha sido descubierta, la credibilidad del pseudo-mensajero anciano está intacta gracias a las fidedignas pruebas que ha aportado, como le indica Clitemnestra:

Sófocles, Electra 764
CLITEMNESTRA: Trayéndome fidedignas pruebas del que ha muerto has llegado.

En la segunda parte del plan, el propio Orestes, simulando ser un extranjero, llega ante Electra portando en sus manos una urna que contiene las supuestas cenizas del joven y le dice a su hermana lo siguiente:

Sófocles, Electra 111
ORESTES (DISFRAZADO): No conozco la noticia a la que te refieres. A mí el anciano Estrofio me ordenó anunciar algo acerca de Orestes.

La maquinación funcionará a la perfección. Egisto saldrá en busca de los extranjeros para informarse personalmente, verá la urna y se lo creerá todo. En toda esta artimaña tramada por Orestes el verbo angéllō / ἀγγέλλω aparece hasta en seis ocasiones, cuatro en boca de los farsantes y dos en la de Egisto, y siempre en alusión a la misma noticia: la supuesta muerte del hijo de Agamenón. El plan, como es sabido, finaliza con éxito, pues Orestes logra mantenerlos a todos engañados y, así, acaba cumpliendo su propósito de matar a Clitemnestra y a Egisto.

‘Fake news’ en la historiografía

En la historiografía las fake news son utilizadas con fines estratégicos y persiguen dos fines muy concretos: por una parte, difundir bulos que lleguen a los enemigos con el propósito de atemorizarlos; por otra, manipular ciertas informaciones para alentar a las propias tropas cuando surge un problema, haciendo creer a los soldados que no deben temer porque está todo bajo control, como muestran los siguientes pasajes. Situémonos en la batalla de las Arginusas. El espartano Eteonico, consciente de que el tiempo apremiaba y pronto tendría que enfrentarse a los enemigos, engañó a sus soldados. Así nos lo cuenta Jenofonte:

Jenofonte, Helénicas I 6.36-37
A Eteonico, una nave rápida de servicio le anunció (exéngeile / ἐξήγγειλε) todo lo sucedido en torno a la batalla naval. Pero él la despachó de nuevo ordenando a los que estaban dentro zarpar en silencio y no hablarlo con nadie y, de inmediato, navegar hacia su propio campamento coronados y gritando que Calicrátidas había vencido combatiendo en el mar y que todas las naves de los atenienses habían sido destruidas.

Y continúa:

Jenofonte, Helénicas I 6.36-37
Ellos hicieron esto y él, cuando aquellos se hicieron a la mar, celebró con sacrificios las buenas noticias (euangélia / εὐαγγέλια), ordenó a los soldados cenar y a los comerciantes que, tras guardar sus mercancías en silencio en los barcos, navegaran a Quíos (pues el viento era favorable) y a las trirremes lo más rápidamente posible.

Con la misma intención manipula Agesilao las noticias de la derrota de los lacedemonios en la batalla de Cnido. En esta ocasión, cuenta Jenofonte que la flota comandada por Pisandro fue vencida por la dirigida por el ateniense Conón. Gracias a la presencia del verbo angéllō / ἀγγέλλω identificamos la verdadera noticia:

Jenofonte, Helénicas IV 3.10
Cuando [Agesilao] estaba cerca de la entrada, el sol pareció mostrarse en forma de media luna. Y se anunció que los lacedemonios habían sido derrotados en la batalla naval y que el navarco Pisandro había muerto.

Estas son las nuevas que Agesilao recibe – junto al relato de cómo se desarrolló la batalla. Sin embargo, él decide tergiversarlas. Así lo refiere Jenofonte. Primero dice:

Jenofonte, Helénicas IV 3.13
Agesilao, cuando se enteró de estas cosas, lo soportó verdaderamente mal. Sin embargo, después meditó que la mayor parte de su ejército era capaz de tomar parte con gusto en cuantas acciones resultan favorables, pero si veían alguna dificultad no tenían necesidad de participar y, dándole la vuelta a partir de esa reflexión, dijo que se le anunció que Periandro estaba muerto, pero había vencido en la batalla naval.

Y prosigue así:

Jenofonte, Helénicas IV 3.14
Y al tiempo que decía estas cosas, además sacrificaba bueyes por las buenas noticias (euangélia / εὐαγγέλια) y distribuía entre muchos las víctimas de los sacrificios. Así, cuando se produjo una escaramuza contra los enemigos, dominaron los de Agesilao gracias a sus palabras, en la idea de que los lacedemonios habían vencido en la batalla naval.

Jenofonte atribuye a Agesilao el verbo angéllō / ἀγγέλλω para comunicar a sus hombres la victoria ficticia que persigue que el ánimo de las tropas no decaiga. Este verbo – como todos los derivados de ἄγγελος – está más que consolidado como término técnico para la transmisión de noticias y su presencia reviste de credibilidad las palabras de quien lo emplea. Por si fuera poco, Agesilao acompaña su embuste con sacrificios, lo que confiere a la escena mayor solemnidad.

Como vemos a partir de estos pasajes, el examen del léxico no nos permite solamente identificar las malas o buenas noticias, sino que nos muestra que también en la antigüedad existían lo que ahora denominamos fake news y que también persiguen la desinformación.

 

Conclusiones

Mi trabajo trata de demostrar que el concepto de noticia que tenemos hoy en día no es una invención moderna, sino una institución social y cultural que hemos recibido como legado de los griegos y que solo se ve modificada por las condiciones y necesidades sociales, políticas y económicas que diferencian nuestra sociedad de la suya.

Cuando hablamos siempre construimos conceptos, pero lo hacemos especialmente cuando no designamos entidades naturales, sino instituciones humanas. Esto quiere decir que ‘noticia’ no es una entidad a la que hacemos referencia directa mediante el uso lingüístico. Se trata de una construcción conceptual que se forja teniendo en cuenta diversos aspectos como la novedad, su carácter extraordinario, la relevancia o la repercusión social que genera.

Como he tratado de mostrar, en la transmisión de noticias entran en juego toda una serie de factores pragmáticos que nos permiten entender que, tanto en nuestro entorno como en el de los griegos que hemos estudiado en esta tesis doctoral, para que un acontecimiento determinado pueda ser considerado noticia ha de ser de algo nuevo, desconocido hasta el momento en que alguien lo comunica. Pero eso no es suficiente: el emisor debe presuponer, además, que lo que anuncia es de interés para el destinario de las noticias, es decir, que se trata de un hecho relevante para el receptor, que despierta en él sentimientos y emociones y que tendrá consecuencias. La mayoría de estos aspectos ya están implícitos en la etimología de la palabra -como hemos comprobado, está relacionada con lo nuevo en la voz inglesa news o en el cultismo español ‘nueva’ o con el conocimiento en el término latino – ‘notitia’ – del que procede nuestra ‘noticia’ – y en la propia base de la familia de términos que hacen alusión a ellos, según hemos visto con el caso del griego. Por eso, cuando para poder entender qué era considerado noticia por los griegos en el periodo comprendido entre el segundo milenio a. C. hasta finales del siglo IV a. C. me hice la pregunta de cómo representaban ellos su concepto de noticia, la propia formación de los términos de esta familia de palabras en griego hizo que no comenzáramos por angelía –vocablo con el que designaban la noticia – sino por ángelos, del que angelía es un derivado.

Por todo ello es muy difícil encontrar una definición de noticia y, en todo caso, es probablemente una construcción social y cultural que no ha de tener necesariamente correspondencia en todas las lenguas.

El estudio de la literatura griega nos ha ido permitiendo perfilar cómo se construyen los conceptos de mensajero y de noticia y qué concepto de noticia tienen los individuos representados en las sociedades reflejadas en las obras estudiadas y espero habérselo mostrado a todos ustedes con éxito.

 

Bibliografía

 

Bremer, J. M. (1976). “Why Messenger-Speeches?”, en Bremer, J. M., Radt, S. & Ruijgh,

C. J. (eds.), Miscellanea tragica in honorem J. C. Kamerbeek (pp. 29-48). Amsterdam: Apud A. Hakkert.

Fornieles Sánchez, R. (2023), The Concept of News in Ancient Greek Literature. Berlín: De Gruyter.

Lewis, S. (1996), News and Society in the Greek Polis. Chapel Hill: University of North Carolina Press.

Melero Bellido, A. (2000), “Comedia”, en López Férez, J. A. (ed.), Historia de la literatura griega (3ª ed., pp. 431-499). Madrid: Cátedra.

 

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