La puesta en escena
Las comedias de Aristófanes, y, más en general, las obras dramáticas de los siglos V y IV, fueron compuestas para ser representadas, dado lo cual parece importante contemplarlas también desde esa perspectiva.
Demos, pues, algunos detalles.
En el teatro griego no había actrices. Los actores y los miembros del coro, todos hombres, llevaban máscara y disfraz. Gracias a la máscara, un mismo intérprete podía hacer más papeles, lo que permitía a los dramaturgos respetar la regla según la cual el número de actores para los papeles parlantes no debía ser más de tres o cuatro. Respecto al traje, éste incluía en la comedia un falo de cuero para los personajes masculinos, aunque es dudoso si todos lo llevaban.
El teatro –al aire libre– constaba de un espacio circular de unos veinticinco metros de diámetro denominado orquestra en el que cantaba y evolucionaba el coro; de un graderío ascendente situado alrededor de la orquestra donde se colocaba el público (se solía aprovechar la ladera de una colina para que los espectadores se sentaran en ella y la representación se hiciera al pie de la misma); y de un edificio escénico (skene) ligeramente elevado que cerraba la pista de danza en la parte opuesta al auditorio. La fachada del edificio figuraba un decorado con al menos una puerta por donde entraban y salían los personajes; el otro acceso al teatro eran los dos pasillos laterales que comunicaban directamente con la orquestra, pasillos por los que accedían a la escena los personajes que venían desde el exterior, y por los que se efectuaban siempre los movimientos de entrada y salida del coro. Como la skene estaba cubierta por un techo plano, esta especie de azotea también se utilizaba a veces en la representación; igual que las ventanas del edificio escénico, de lo que dan prueba los pasajes de algunas comedias. La azotea, por ejemplo, se utiliza en la escena final de Las nubes, cuando Estrepsíades con la ayuda de un esclavo prende fuego a la escuela. Amo y sirviente destrozan desde lo alto la casa con un azadón y una antorcha.
En el teatro ateniense se usaban dos artificios escénicos, el «giratorio» (ekkýklema) y la «grúa» (mechané). El primero era una plataforma rodante semicircular que se lanzaba a los espectadores a través de las puertas de la skene y servía para revelar escenas de interior; el segundo era usado para presentar personajes suspendidos en el aire, como en la primera aparición de Sócrates en Las nubes, donde la grúa sirve para la caracterización ridícula del filósofo. Enseguida vamos a referirnos a esto.
Las obras se representaban a la luz del día, lo que es lógico si tenemos en cuenta que los antiguos teatros griegos eran al aire libre, y no se disponía de sistemas de iluminación artificial que hubiesen permitido representaciones de noche en espacios abiertos tan grandes. Por ello, en las escenas «nocturnas», el tiempo dramático era necesariamente sugerido al espectador por medio de la palabra de los personajes o de elementos del decorado. Un ejemplo de escena nocturna lo ofrece el inicio de Las nubes, donde ya las primeras palabras de Estrepsíades indican al público que la acción transcurre de noche («¡Ay, ay! Oh Zeus soberano, ¡qué larga es esta noche! No tiene fin. ¿No se hará nunca de día? Y eso que hace ya rato que oí al gallo…», 1-4); más tarde pide a un esclavo que le saque una lámpara para poder repasar las deudas que tiene contraídas a causa de su hijo: «Chico, enciende la lámpara y tráeme el libro de cuentas: voy a repasar a cuántos debo dinero y hacer el cálculo de los intereses» (18-20). Las indicaciones verbales, el accesorio de la lámpara y la propia situación escénica, con el padre y el hijo tendidos en sus camas y Fidípides roncando, servían, pues, para crear la ilusión de oscuridad, sugiriendo en la mente del público que la acción se desarrollaba de noche.
Es cierto que con los testimonios que existen (la arqueología, las artes figurativas, la tradición posterior sobre el teatro y los textos mismos fundamentalmente) lo que podemos tener es sobre todo una idea general de la escenificación de las obras; hay aspectos de ella, como las entradas y salidas de los personajes, que pueden ser recuperados con bastante seguridad, pero hay otros, como la música y la danza, esenciales los dos, que son casi o totalmente irrecuperables. Y aun así el planteamiento escenográfico del antiguo teatro griego es necesario a la hora de interpretar las obras, habida cuenta de que un drama es, sobre todo, una representación, y el modo de esa representación es en consecuencia fundamental para nuestra comprensión e interpretación de los textos mismos.
Bien, tras estas consideraciones generales sobre el teatro griego, la comedia y la época de Aristófanes, pasemos ahora a analizar la obra que nos ocupa.