Evidencias y testimonios antiguos
Falsificadores y mistificadores de la Antigüedad
Empezaremos por afirmar algo obvio: que la falsificación literaria, en cualquiera de sus múltiples formas o variantes, es tan antigua como la propia labor de creación, y que en ocasiones incluso ha ocurrido que el mejor filólogo y crítico ha sido el mejor falsificador. Conocidos al respecto son, por ejemplo, el caso de Luciano, falsario y crítico literario en una misma pieza, y autor que llegó a falsificar nada menos que al propio Heráclito; o el caso de Escalígero (Grafton 43) o el del propio Erasmo, el mayor estudioso de la Patrística del siglo XVI que fue capaz de falsificar una gran obra patrística; de ahí que la filología haya sentido la necesidad de ocuparse de la tarea de distinguir entre textos auténticos y documentos espurios o falsificados.
Haré ahora un breve recorrido por el ámbito cronológico de la literatura griega antigua para comprobar cómo desde los primeros testimonios literarios conservados encontramos evidencias dispersas de la manipulación de textos por obra de falsarios y mistificadores. Por ejemplo, se tienen noticias de que ya durante el siglo VI a.C. Solón, Pisístrato, y Onomácrito manipularon los textos de Homero. Así, a propósito del primero, leemos en la Vida de Solón de Plutarco, capítulo 10, lo siguiente:
'Son muchos los que afirman que Solón en este debate se apoya en la autoridad de Homero, y que tras haber añadido un verso al catálogo de las naves, lo leía ante los jueces de la siguiente manera:
"Ayante trajo de Salamina doce naves
y las varó junto a donde estaban las falanges atenienses;"
pero hasta los propios atenienses creen que se trata de una broma'.
Por su parte, Diógenes Laercio 1.48 nos transmite otra noticia similar también sobre Solón:
'Afirman algunos que [Solón] intercaló en el Catálogo de las naves de Homero los dos versos siguientes en el libro segundo:
"Ayante trajo de Salamina doce naves
y las varó junto a donde estaban las falanges atenienses'".
Con esta inclusión los atenienses, y más en concreto Solón, buscaban legitimar sus aspiraciones sobre la isla de Salamina contra los intereses de la vecina ciudad de Mégara.
Mencionaré también el caso de Pisístrato y su afán por maquillar el texto de Homero, sobre el cual leemos en la Vida de Teseo de Plutarco 20,2 lo que sigue:
'Del mismo modo también intercaló el siguiente verso en la Nekuia de Homero, buscando congraciarse con los atenienses: "A Teseo y a Pirítoo, gloriosos hijos de los dioses".
De hecho, sólo a partir de la muerte de Alejandro Magno empezó a formarse un auténtico canon oficial de la literatura antigua, y fueron algunos discípulos e intelectuales del círculo de Aristóteles los responsables del coleccionismo librario con vistas a constituir las primeras bibliotecas, de Pela, Antioquía, Pérgamo y Alejandría. Podemos acudir al testimonio de Estrabón Geografía 13.1.54
'En cualquier caso, Aristóteles legó su biblioteca personal a Teofrasto, a quien también dejó su escuela; él fue pionero, al menos según mis noticias, en coleccionar libros y el que enseñó a los reyes de Egipto cómo organizar una biblioteca. Teofrasto legó su biblioteca a Neleo; y Neleo la llevó a Escepsis y la legó a sus herederos, gente corriente, que guardó los libros bajo llave sin ni siquiera ordenarlos debidamente. Cuando tuvieron noticia de que los reyes Atalos, a quienes por entonces estaban sometidos, buscaban afanosamente libros para fundar la Biblioteca de Pérgamo, ocultaron los que tenían bajo tierra en una especie de trinchera. Pero más tarde, como los libros resultaran dañados por la humedad y las polillas, sus herederos los vendieron a Pelicón de Teos por una gran suma de dinero, tanto los de Aristóteles, como los de Teofrasto'.
Son muchos los testimonios interesantes que podemos aducir, pero bástenos de momento con dejar constancia del fenómeno, y digamos algo ahora sobre la labor detectivesca de los primeros críticos literarios.