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Domingo, 24 de noviembre de 2024
Jornadas sobre la antiguedad
ALGUNOS VIAJES ÉPICOS Y MÍTICOS DE LA ANTIGÜEDAD
Los viajes de Ulises y de Jason

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Breve nota sobre una versión poética moderna de la Odisea

Apenas hay descripciones de paisajes en la Odisea, ni en otros relatos griegos. Surge de cuando en cuando alguna alusión  a una bahía, una cueva o algún árbol  (como aquel olivo  cuyo tronco utilizó Ulises para hacerse una pata de su lecho nupcial, o la higuera arraigada en la roca de la que se cuelga Ulises para escapar del torbellino de Caribdis). Pero podemos imaginar, como  telón de fondo ,  los paisajes del Mediterráneo que sirven de fondo a sus arribadas y naufragios. También la pedregosa Ítaca, una isla que Telémaco dice apropiada para las cabras y no para los caballos, con sus montes y sus puertos , es una típica isla de nuestro mar, y sigue todavía ahí. (La describe bien  Javier Reverte en su relato viajero Corazón de Ulises).
En contraste con el silencio homérico,  la más precisa y colorida evocación de las marinas  mediterráneas, con todas sus luces y sus árboles y plantas, la he encontrado en la recreación muy nostálgica del poema homérico que escribió , en prosa y verso, desde su exilio mexicano, Agustí Bartra, con el título de Odisseu . Se publicó en México, en 1953. ( Ramón Xirau y él la tradujeron al castellano en 1955 y se editó en la colección “Tezontle”) . En ese hermoso texto se recuentan con acentos muy personales, en sucesivos capítulos y en los poemas intercalados,   los episodios más significativos de  la Odisea, siempre con un fuerte acento lírico, pues Bartra era ante todo poeta. Pero lo más impresionante en él, y por eso lo recuerdo ahora,  son sus muchos paisajes, un paisaje muy griego, a la par que muy catalán, es decir, muy parecido al de la Costa Brava. Cierto que ya Joan Maragall en su obra teatral Nausica (hacia 1910) había evocado, bajo la sombra de Goethe, la estancia de Ulises en una Feacia que tenía de fondo una marina  familiar . Pero es Bartra quien, desde la lejanía de su forzado exilio, a los diez años de ausencia de su tierra, que tuvo que abandonar tras la guerra civil , aquí  se identifica de corazón con el exiliado y errabundo Ulises,  y recrea con muy  poético colorido todo ese litoral soleado y arenoso, con sus olivos, cipreses, pinos, higueras,  y la marina Ítaca con sus oscuras barcas y sus muros blancos y sus gaviotas , en fin, todo un vivaz escenario mediterráneo de una rediviva Odisea .


No sé si se ha reeditado el Odiseo de Agustí Bartra. Me figuro que sí, y , en todo caso,  lo merece. Sobre la Nausicade Maragall, quiero recomendar el claro ensayo de Carles Riba, recogido luego en C. Riba, Clàssics i moderns , Edicions 62, Barcelona, 1979. Para leer la Odisea en catalán la mejor traducción sigue siendo la de Riba, en su segunda versión, reeditada muchas veces. En castellano la más reciente traducción es la que publiqué el año pasado, con una introducción en la que comento brevemente todas las anteriores versiones ( Homero , Odisea , Alianza, Madrid , 2005)

 

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