Breve nota sobre una versión poética moderna de la Odisea
Apenas hay descripciones de paisajes en la Odisea, ni en
otros relatos griegos. Surge de cuando en cuando alguna alusión a
una bahía, una cueva o algún árbol (como
aquel olivo cuyo tronco utilizó Ulises para hacerse una
pata de su lecho nupcial, o la higuera arraigada en la roca de la que
se cuelga Ulises para escapar del torbellino de Caribdis). Pero podemos
imaginar, como telón de fondo , los paisajes del
Mediterráneo que sirven de fondo a sus arribadas y naufragios.
También la pedregosa Ítaca, una isla que Telémaco
dice apropiada para las cabras y no para los caballos, con sus montes
y sus puertos , es una típica isla de nuestro mar, y sigue todavía
ahí. (La describe bien Javier Reverte en su relato viajero Corazón
de Ulises).
En contraste con el silencio homérico, la más precisa
y colorida evocación de las marinas mediterráneas,
con todas sus luces y sus árboles y plantas, la he encontrado
en la recreación muy nostálgica del poema homérico
que escribió , en prosa y verso, desde su exilio mexicano, Agustí Bartra,
con el título de Odisseu . Se publicó en México,
en 1953. ( Ramón Xirau y él la tradujeron al castellano
en 1955 y se editó en la colección “Tezontle”)
. En ese hermoso texto se recuentan con acentos muy personales, en
sucesivos capítulos y en los poemas intercalados, los
episodios más significativos de la Odisea, siempre
con un fuerte acento lírico, pues Bartra era ante todo poeta.
Pero lo más impresionante en él, y por eso lo recuerdo
ahora, son sus muchos paisajes, un paisaje muy griego, a la par
que muy catalán, es decir, muy parecido al de la Costa Brava.
Cierto que ya Joan Maragall en su obra teatral Nausica (hacia
1910) había evocado, bajo la sombra de Goethe, la estancia de
Ulises en una Feacia que tenía de fondo una marina familiar
. Pero es Bartra quien, desde la lejanía de su forzado exilio,
a los diez años de ausencia de su tierra, que tuvo que abandonar
tras la guerra civil , aquí se identifica de corazón
con el exiliado y errabundo Ulises, y recrea con muy poético
colorido todo ese litoral soleado y arenoso, con sus olivos, cipreses,
pinos, higueras, y la marina Ítaca con sus oscuras barcas
y sus muros blancos y sus gaviotas , en fin, todo un vivaz escenario
mediterráneo de una rediviva Odisea .