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Jueves, 21 de noviembre de 2024
Jornadas sobre la antiguedad
HIRVIENDO PALABRAS: LA RETÓRICA EN LA ANTIGUA GRECIA
La retórica de Aristóteles

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El platónico empírico

A mí, por consiguiente, me parece que el discípulo (Aristóteles) no rechazó la “Teoría de las Formas” del maestro como consecuencia de sus detalladas investigaciones  en biología. 

Lo que hizo, más bien, el gran filósofo fue colocar las “formas”, las “ideas”, los “universales” de su maestro sobre la faz de la tierra, en el mundo que contemplamos con nuestros propios ojos, en el mundo sublunar de la biología que él estudiaba con tanto ahínco, asombro y apasionamiento. 

Es decir, aplicó la platónica doctrina de su maestro a los inmediatos datos empíricos de sus estudios biológicos. Con la filosofía de Aristóteles, las “Ideas platónicas” abandonaron su lugar celeste y comenzaron a habitar entre nosotros. Forjó así una filosofía platónico-empírica en todos sus campos, todo lo filosofó con un sólido pensamiento platónico-empírico. 

Y lo mismo hizo, metodológicamente, –creo yo– con la retórica, a saber: aceptó empíricamente la existencia del discurso retórico con todos sus defectos, desaciertos y desatinos  y lo dignificó  platónicamente alumbrándolo con la filosofía de su maestro. 

No asesinó la retórica, sino que le confirió  status de “arte”, de disciplina capaz de ejercer un control epistemológico sobre sus hechuras, o sea, los discursos retóricos. Y además, al hacerla controlable por el criterio de verosimilitud, próximo al de la verdad, la domó, la sujetó a cánones y normas precisas y de este modo la hizo moral. O sea, aunque parezca mentira, la platonizó.

Por tanto, frente a la opinión de W. Jäger (Aristoteles. Grundlegung einer Geschichte seiner Entwicklung, Weidmannsche Buchhandlung, Berlín 1923; Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual, trad. esp., FCE, México 1946; 3ª reimpr. FCE, Madrid 1993), que explicaba la doctrina aristotélica como la de un platónico que se fue haciendo empírico poco a poco, con el tiempo, apartándose así de los fundamentos epistemológicos y los puntos de vista de su maestro, en mi opinión el Estagirita fue desde muy pronto un filósofo “platónico-empírico”, o, si se prefiere, a la vez “platónico” y “empírico”, capaz, por una parte, de hablar de los “los fines de la Naturaleza”, y, por otro lado, de reconocer que la Naturaleza no delibera (Física 199b26), que no está necesariamente controlada por una mente divina desde fuera de ella misma y que los fines de los objetos y de los seres vivos animales o plantas son inmanentes a ellos mismos. 

Pues bien: ¿qué hacemos ahora con un filósofo tan peculiar que es a la vez platónico y empírico?

Pues, sencillamente, lo que nos habíamos propuesto, es decir, explicar la Retórica que compuso, porque –modestamente lo digo– de otra manera la veo llena de contradicciones y no consigo entenderla. Si la Retórica no la compuso un filósofo a la vez platónico y empírico, resulta un tratado del todo ininteligible.

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