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Jueves, 21 de noviembre de 2024
Jornadas sobre la antiguedad
ALGUNOS VIAJES ÉPICOS Y MÍTICOS DE LA ANTIGÜEDAD
Poema de Gilgamesh: Un viaje fallido a la inmortalidad

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IX

            Hablando desde planteamientos mesopotámicos, el hombre no podía alcanzar la inmortalidad, pero sí podía alcanzar la gloria, si sabía acordar sus posibilidades a hechos lógicos, a obras totalmente perfectas, bien realizadas, tomando la escala humana como módulo orientativo. Aquel fue el único mérito de Gilgamesh, héroe que al final del relato se halla totalmente resignado: el haber sabido construir las soberbias murallas de Uruk, que, orgulloso y en calidad de rey de la ciudad, le había mostrado al barquero Urshanabi a su regreso a su patria, tras haber fracasado en su empeño de convivir eternamente con los dioses. Gilgamesh así, con aquella construcción de perfecto acabado, había alcanzado la “inmortalidad” de un nombre eterno y de sobrevivirse consecuentemente a sí mismo, y no la posibilidad de ser un hombre eterno. La buena fama del nombre era la única inmortalidad, el único resquicio de pervivencia reservado a los hombres. Y ese fue, creemos, el mensaje último del Poema de Gilgamesh.
            Esa inmortalidad fallida, ¿cómo puede verse hoy? Desde luego, las palabras de Utanapishtim al indicar que el hombre era mortal por decreto divino se basaban en el planteamiento filosófico-teológico que hubo de vivirse en la época de la Edad del Bronce, tiempo en el que se desarrolla la narración. Con el devenir de los tiempos el planteamiento pesimista de Gilgamesh y su consiguiente fracaso se ha ido modificando y las tres grandes religiones, también ya milenarias -Cristianismo, Islam y Judaísmo-  han sido capaces de prometer a sus creyentes una vida post-mortem totalmente feliz, resolviendo así al angustioso problema de la Inmortalidad, planteado por primera vez en la Historia en el Poema de Gilgamesh. Con sus mensajes los dirigentes de tales religiones abrían “una ventana de esperanza a la intrascendencia humana”, según las acertadas palabras del estudioso J. Silva Castillo. Para los escépticos racionalistas y los ateos, por sus propios planteamientos, muchos aspectos de la condición humana se agotan en la no preocupación de los mismos. Con ello la Inmortalidad, al igual que la Muerte, pasan desapercibidas para el común de los humanos, preocupados en sus menesteres mundanos.

X
           
            Breve reseña bibliográfica

H. Blixen, El Cantar de Gilgamesh, Montevideo, 1980.
J. Bottéro, L´Épopée de Gilgameš, París, 1992.

  1. Cavigneaux, F.N.H. Al-Rawi, Gilgameš et la mort, Groninga, 2000.

S. M. Chiodi, Le concezioni dell´Oltretomba presso i sumeri, Roma, 1994.
F. D´Agostino, Gilgameš alla conquista dell´immortalità, Turín, 1997.
S. Dalley, Myths from Mesopotamia, Oxford-Nueva York, 1989.

  1. R. George, The Babylonian Gilgameš Epic. Introduction, Critical Edition and Cuneiform Texts, Oxford, 2003, 2 vols.
  2. Heidel, The Gilgamesh Epic and Old Testament Parallels, Chicago, 1967, 6ª ed.
  3. M. G. Kovacs, The Epic of Gilgamesh, Stanford, 1989.

F. Lara Peinado, Poema de Gilgamesh, Madrid, 2007, 4ª ed.
G. Pettinato, La Saga di Gilgameš, Milán, 2004 (Reimpr.).
S. Ponchia, Gilgamesh, il primo eroe, Roma, 2000.

  1. Saporetti, Il Gilgameš, Milán, 2001.

J. Silva Castillo, Gilgamesh o la angustia por la muerte, Méjico, 2000.
J. H. Tigay, The Evolution of the Gilgamesh Epic, Filadelfia, 1982.
R. J. Tournay, A. Shaffer, L´Épopée de Gilgamesh, París, 1994.

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