3. La terapéutica hipocrática. Los médicos no hablan del alma.
A los médicos de la escuela de Hipócrates, atentos a cuidar del cuerpo y sus dolencias, practicantes de un buen oficio tradicional, es decir, de una téchne de prestigio, y de riguroso enfoque empirico, el alma no les preocupaba mucho. De hecho la palabra psyché es poco frecuente en los textos hipocráticos, y no aparece en ellos con rasgos novedosos. La therapeía de los hipocráticos se refería al cuerpo , y se ocupaba de la psyché en tanto que era vista como una parte del cuerpo, más sutil que el resto, y también más difícil de observar en los síntomas que guían la exploración y el tratamiento médico.
La cuestión está muy bien resumida en unas líneas de Laín Entralgo , que voy a citar por extenso ( M.H., pp.180-81):
"¿Qué era el alma para los hipocráticos? Por lo pronto, una "parte del cuerpo". (VI, 480) . Pongan la actividad psíquica en más o menos directa conexión con el fuego (Sobre la dieta), con el pneuma y el cerebro ( Sobre la enfermedad sagrada), con la cabeza (Dieta en las enfermedades agudas, II, 362), con la sangre (Sobre las ventosidades VI,110-12), o con el corazón (Sobre el corazón, Sobre la naturaleza de los huesos), todos ellos habrían hecho suya esa tesis. Como buenos griegos, atribuyen al alma (psyché) una condición más sutil que la del cuerpo, pero no "espiritual", en el sentido que con el cristianismo llegará a tener esta palabra. Por eso hay que entender según su significación más literal y física toda una serie de afirmaciones de sus escritos: que existen "poros en el alma' (VI 514 y 524); que el alma, abrasada, consume el cuerpo; que el alma se produce hasta la muerte; y crece a lo largo de la vida, tanto en el hombre como en los grandes animales; que "visita las partes del cuerpo"; y que el ejercicio de la reflexión es para el hombre un "paseo del alma", psychés perípatos (V,316); que la índole del alma depende de la proporción de fuego y agua en ella, y en definitiva -- con independencia de la dieta-- de la ingénita constitución corporal del individuo (VI 522); que el grado de inteligencia puede ser mejorado con un conveniente régimen de los alimentos y los ejercicios. Todo lo cual no impide que en ocasiones sean temáticamente contrapuestos el cuerpo y el alma, y se atribuyan a uno y otra propencisones distintas (ciertos cuerpos son propensos a la fiebre; ciertas almas al delirio, IX, 34); o que sean descritas como exclusiva o específicamente anímicas algunas operaciones humanas ( el alma, sin órganos ni objetos, como pura conciencia , xynnoia, puede experimentar emociones, afligirse, regocijarse, espantarse, animarse, esperar , V, 348); o , en fin, que se hable de las acciones del alma sobre el cuerpo ( en el arrebato, por ejemplo, se contraen el pulmón y el corazón, y el calor y los líquidos son atraídos hacia la, cabeza; el buen humor, en cambio, dilata el corazón, V, 316) y del cuerpo sobre el alma( V,346. V 488-90).
La actividad propia del alma -- de esa sutil parte del cuerpo humano a la que llamamos psyché. "alma" -- puede ser cognoscitiva (el alma como agente del pensamiento, de la inteligencia y la conciencia piscológica), afectiva (el alma como órgano que siente placer, alegría, pena o dolor) o estimativa (el alma como instrumento para conocer, a través del cerebro como intérprete, "el mal y el bien, lo agradable y lo deagradable, lo útil y lo inútil, VI 386). Germinal e impreciso en el pensamiento que lo concibe y en las palabras que dan expresión a ese pensamiento, tal fue , en sus rasgos principales el saber psicológico de los médicos hipocráticos."
De todas esas alusiones a las funciones del alma - que los médicos hacen un tanto de pasada, puesto que ellos no se cuidan de ésta, sino sólo porque se revela en sus síntomas en los cuerpos - la más interesante es la que hallamos en un pasaje del tratado Sobre la dieta , IV 86 ( Es el único citado por Bremmer en su libro). . Está al comienzo del libro IV, cuando el autor se propone tratar de los sueños. Y dice así ( cito por mi traducción, T.H.III, 155-6) ):
"El alma , en tanto que está al servicio del cuerpo despierto, dividiéndose en muchas atenciones, no es dueña de sí misma, sino que se entrega en cierta medida a una u otra facultad del cuerpo: al oído, a la vista, al tacto, al caminar, a las acciones del cuerpo entero. La mente no se pertenece a sí misma. Pero cuando el cuerpo reposa, el alma, que se pone en movimiento y está despierta, administra su propio dominio, y lleva a cabo ella sola todas las actividades del cuerpo.
Así que el cuerpo no se entera, pero el alma despierta lo conoce todo, ve lo visible y escucha lo audible, camina, toca, se apena , reflexiona, quedándose en su breve ámbito. Todas las funciones del cuerpo o del alma , todas ellas las cumple el alma durante el sueño. De modo que quien sabe juzgar estas cosas rectamente posee buena parte de la sabiduría".
Según este interesante texto, el alma atiende a las funciones del cuerpo, sobre todo a las de la sensibilidad , y es ella quien anima, por así decir , a todo el organismo en sus acciones cotidianas. Sólo cuando el cuerpo duerme, el alma queda vacante para cuidar de sí misma, en plena libertad para sus propias fantasías. De ahí los sueños, en los que, según este autor, muy anterior desde luego al famoso tratado de Artemidoro, La clave de los sueños, se reflejan de modo un tanto fantástico sensaciones del cuerpo que perturban al alma. '
Tal vez, como sugirió Detienne, esa noción de las vacaciones del alma en los sueños tenga un origen pitagórico. Pero no vamos a discutirlo ahora. (Bremmer, o.c., p. 47 y ss. añade comentarios muy interesantes al respecto, aprovechando la teoría de Arbman, que distingue las almas del cuerpo y el alma libre, la que corresponde al ego del individuo y, según algunos pensadores como Platón , pervive más allá de la muerte. Pero los médicos no se ocupan de lo que trasciende la vida sensible y terrena del cuerpo.)
Volviendo ,pues, al cuerpo, hay que notar que los médicos sí que poseen una idea bastante clara del mismo, como un organismo dinámico, complejo, sujeto de acciones propias y de afecciones muy varias. El cuerpo, como resume Laín, tiene su propio eidos, está compuesto de partes, que tienen sus propias facultades, dynámeis, y está dotado de vida , movimiento, sensibilidad y capacidad de razón. Funciona como conjunto vivo de esas partes y elementos, cuya buena relación entre sí y con el exterior , de acuerdo con su propia naturaleza, physis, mantiene la salud . Pero el desequilibrio entre sus factores internos o la agresión de factores externos lo dañan y prodecuen la enfermedad , las múltiples dolencias que lo alteran y que, en casos extremos, lo llevan a la descomposición y la muerte. Hay , en estos médicos , una visión unitaria del cuerpo, a la vez que un intento de analizar sus partes, sus elementos o componentes, con un criterio que podemos llamar funcional. Aunque la anatomía hipocrática resulte un tanto simple , sobre todo cuando se observa sin una perspectiva histórica, y es más primitiva que la de Aristóteles,el gran descubridor de la anatomía comparada, representa , sin duda, un importante avance científico en los inicios de la medicina técnica. (Cf. Laín, en las dos obras citadas, y mi art. "El cuerpo...").También la idea de Demócrito del cuerpo como "microcosmos " merece ser considerada y deja algunos ecos aquí.
Recordemos, por otro lado, que los hipocráticos no practicaron la disección de cuerpos humanos - probablemente por el respeto religioso griego tradicional hacia el cadáver - y eso influyó en su visión muy imprecisa del oscuro interior del cuerpo. (Frente a su buen conocimiento de los huesos, por ejemplo). ( Fue excepción al respecto la medicina alejandrina durante un breve período. Allí este tabú religioso tradicional no regía, y algunos médicos alejandrinos practicaron disecciones de cuerpos humanos, incluso en seres vivos)
Acaba de completarse la primera traducción española íntegra de los Tratados hipocráticos (en ocho tomos de la Bib. Clás. Gredos). En esa versión de la extensa colección de textos médicos puede apreciarse la variedad de los mismos. No sabemos cuántos de ellos proceden de la mano del propio Hipócrates, pero es notable una perspectiva común en todos esos textos, desde los más antiguos hasta los más recientes - como , p.e., Sobre la naturaleza del hombre y Del corazón, por citar dos textos de gran interés. Aquí quiero llamar la atención sobre el tratado Perì diaítes, obra de un discípulo cercano y muy destacado del gran maestro de Cos. En él podemos observar la atención de los hipocráticos a la vida entera del ser humano, esa visión holística característica de la escuela hipocrática, que le valió el cálido elogio de Platón en el Fedro. Una visión que, en forma programática, se refleja bien en unos párrafos del texto. La dieta, en su sentido más general y propio, es decir, "el régimen de vida", es uno de las preocupaciones esenciales de esta medicina, que abarca lo que luego se ha llamado "medicina preventiva", que atiende a conservar la salud y evitar las dolencias. Era un arte médico basado en la observación de los síntomas, más atento al pronóstico que al diagnóstico, una medicina que , no lo olvidemos, contaba con pocos recursos técnicos, ignoraba la química y con una farmacopea muy elemental y reducida, por lo que sabemos. Sus intenciones y su talante científico eran , sin embargo, mucho más interesantes , creo, que los resultados prácticos de sus tratamientos. Veamos unas líneas del programa del autor de Sobre la dieta:
"Afirmo que quien pretende componer acertadamente un escrito sobre la dieta humana debe, antes que nada, reconocer y discernir a la naturaleza del hombre en general; conocer de qué partes está compuesto desde su origen y dsitinguir por qué elementos está dominado. Pues si no reconoce la composición fundamental, será incapaz de conocer lo que de ella se deriva. Y si no discierne lo que es dominante en el cuerpo , no será capaz de procurarle lo conveniente al ser humano. Por tanto, eso debe conocerlo el autor del escrito y, juntamente con ello, la cualidad (dynamis) de todos los alimentos y las bebidas con las que nos mantenemos, qué propiedad tiene cada uno, tanto si proviene de su misma naturaleza , como si es debida a la ocasión forzada y a la técnica ( hoy diríamos "a la manipulación" ) del hombre. Pues es preciso saber cómo hay que disminuir la influencia de las cosas que son fuertes por su natural y cómo hay que potenciar el vigor de las débiles, por medio de la técnica, cuando quiera que se presente el momento oportuno para lo uno y lo otro.
Y los que ya conocen lo que acabo de apuntar ahora todavía no poseen con ello el tratamiento completo para medicar a la persona, ya que no puede el ser humano mantenerse sano sólo con comer, sino que tiene además que practicar ejercicios. Porque presentan influencias opuestas entre sí comidas y ejercicios, pero se complementan con vistas a la salud. Porque los ejercicios físicos produce naturalmente un gasto de lo acumulado (en el cuerpo), mientras que los alimentos y bebidas restauran lo vaciado."
He traducido por "ejercicios físicos" la palabra pónoi, "esfuerzos", que vale tanto para los trabajos como para las prácticas deportivas diversas, tan del gusto habitual de los griegos. La salud está aquí vista como una vida equilibrada entre las repetidas plerosis y kenosis que producen respectivamente la alimentación y el deporte. La idea es muy sencilla, y muestra bien , por otra parte, la atención de los médicos a la dietética entendida de manera muy amplia, unida a la atención al medio ambiente y a la condición social de los pacientes. En este tratado se distingue entre la dieta adecuada a los más ricos , con mucho ocio, y la de los trabajadores.
El tratado está compuesto por cuatro libros, bastante breves. (En mi traducción el texto, con unas cuantas notas más bien breves, ocupa tan sólo noventa y ocho páginas). El libro primero es un tanto filosófico, y culmina en un excursus sobre el cuerpo como un vivo microcosmos , y una curiosa visión de la actuación de las téchnai como mímesis de ciertos procesos naturales. El libro II comienza tratando de la los lugares y los vientos (caps. 37-38) y se extiende luego en un catálogo muy preciso de las cualidades de los alimentos y luego de los ejercicios físicos (caps. 39-66) en una perspectiva dietética . El III comienza con una breve digresión sobre los efectos de las épocas del año en la salud, y expone luego los tratamientos concretos en quince casos de enfermedad, y atiende finalmente a la prevención (prodiágnosis) de algunas dolencias causadas por los excesos de alimentación o de ejercicios deportivos. El libro IV trata de lso sueños , como signos premonitores (tekméria) de algunos desarreglos corporales. El plan de conjunto responde bien , podríamos decir, al programa previo. La larga y detallada lista de los alimentos y sus propiedades es de lo más interesante de este tratado Sobre la dieta. Y es la parte que más vigencia puede tener para la dieta en sentido actual, pero no deja de ser muy pertinente aún hoy todo lo que aquí se dice de los ejercicios físicos.
Entre esos "ejercicios" están también los baños y la actividad sexual. El interés de las observaciones del buen hipocrático está muy bien señalado por M.Foucault (en su Historia de la sexualidad . 2 . El uso de los placeres, Madrid, Siglo XXI, pp. 102-9) . Es en un capitulo titulado"La dieta de los placeres". Foucault fue un excelente lector de algunos textos hipocráticos, y supo destacar sus aspectos más sugerentes . Por ejemplo, después de resumir las líneas básicas del tratado , observa: "En esta enumeración de los elementos del régimen, la actividad sexual (lagneíe) está justamente señalada entre los baños y las unciones, por una parte, y los vómitos, por la otra, y se la menciona sólo por sus tres efectos. Dos de ellos son cualitativos: calentamiento debido a la violencia del ejercicio (ponos) y a la eliminación de un elemento húmedo: humidificación en cambio proque el ejercicio hace cosumirse las carnes. Un tercer efecto es cuantitativo: la evacuación provoca el adelgazamiento."El coito adelgaza, humedece y acalora; acalora a causa del ehjercicio y de la secreción de humedad; adelgaza por la evacuación y humedece por lo que queda en el cuerpo de la consumición (de las carnes) producida por ele ejercicio."
La dietética preocupó mucho a los médicos hipocráticos. (Cf. Laín, MH, p. 318-325.). Y no menos, desde antes, a los preparadores que cuidaban de la dieta de los profesionales del atletismo . Los especialistas que aconsejaban acerca del régimen mejor, el más saludable, para los sanos y los enfermos, eran gente de prestigio. No porque dieran consejos sobre cómo conservar la línea , sino porque sugerían un régimen para mantener el cuerpo en su mejor disposición natural, con un cuerpo sano y, por lo tanto, ágil y bello. Sobre todo, nos referimos al cuerpo masculino, cuya bella forma era una manifestación de la cultura física, la de los gimnasios y los juegos atléticos, tan importantes en la vida social griega y en las representaciones del desnudo masculino en el arte antiguo. (Cf. R.Sennet, pp. 33 y ss.)