II.
1. Los distintos tipos de amistad
La primera de estas circunstancias es el hecho incuestionable de que existen opiniones muy diversas y contrapuestas acerca de la amistad. Como es bien sabido, en sus indagaciones filosóficas Aristóteles es siempre sensible a la pluralidad de opiniones: cuenta con ellas, trata de explicarlas y de salvarlas en la medida de lo posible, convencido como está de que la diversidad de las opiniones es siempre una señal de la complejidad del asunto en cuestión. Así, y por lo que se refiere a la amistad, Aristóteles reconoce y constata que mientras algunos piensan que hay formas distintas de amistad, otros opinan que solamente hay una forma de amistad que merece el nombre de tal; los hay que opinan que todos pueden tener amigos, independientemente de su calidad moral, mientras que otros hay que piensan que solamente los hombres virtuosos y buenos pueden tener amigos y ser amigos de verdad; para unos, la amistad se basa siempre y solamente en el interés y en la utilidad, mientras que otros piensan, por el contrario, que una amistad interesada no sería verdadera amistad ni debería, por tanto, ser considerada como tal. Y así sucesivamente.
Esta pluralidad de opiniones pone de manifiesto, en último término, que la palabra 'amistad' no es unívoca, sino que posee distintas significaciones y se aplica a distintos tipos de relación afectuosa. No obstante, la palabra 'amistad' posee un cierto núcleo significativo común que, en principio, es aplicable a todos los tipos de amistad, y que incluye los rasgos siguientes. (a) En primer lugar, la amistad se define por el querer (recuérdese que, como dije al principio, philía comparte raiz con el verbo phileîn, que significa "querer"). Ahora bien, no toda forma de querer es propiamente amistad: en rigor, no puede hablarse de amistad cuando el querer se dirige a objetos inanimados y a animales, a pesar de que en estos casos utilizamos a menudo la palabra "amigo", lo mismo en griego que en nuestra lengua, por ejemplo, cuando se habla de "amigos de los castillos" o de "amigos de los animales". En estos casos se trata de un uso impropio y derivado de las palabras 'amistad' y 'amigo'. (b) En efecto, la amistad exige un querer mutuo, recíproco y, además, que sea conocido y reconocido por ambos, por ambas partes. Si el querer no es recíproco, o si una o las dos partes desconocen la reciprocidad de su querer, no cabe hablar de amistad en sentido estricto.
Pero el querer puede adquirir distintas formas según el fundamento en que se base. Podemos querer a alguien (o querer algo) sencillamente porque es bueno, por su excelencia, pero también podemos quererlo porque nos resulta placentero, y podemos quererlo, en fin, porque nos resulta útil, porque de él obtenemos algún provecho o beneficio. En esta diversidad de las formas de querer se basa la diversidad de las formas de amistad y, en último término, la disparidad de las opiniones acerca de ésta. Aristóteles reconoce, en consecuencia, tres formas o tipos de amistad: la amistad basada en la utilidad, la amistad basada en el placer y la amistad basada en el bien, es decir, en la virtud o excelencia de la persona a la cual se quiere. En las dos primeras formas de amistad no se quiere al amigo por sí mismo, sino accidentalmente, no se quiere al amigo por lo que es o por el que es, sino porque coincide que tal individuo nos resulta útil o placentero. Solamente, pues, en la amistad basada en la virtud, en la excelencia, se quiere al amigo por él mismo. Esto plantea, sin duda, problemas en relación con la noción misma de amistad: ¿en qué medida puede decirse que el concepto de amistad es uno (es decir, en qué medida el término 'amistad' no es puramente equívoco)? y ¿qué relación existe entre estas formas de amistad? Se trata de cuestiones de las cuales Aristóteles se ha ocupado ampliamente tanto en la Ética a Eudemo como en la Ética a Nicómaco, sin llegar en ningún caso a una explicación plenamente satisfactoria.
La amistad implica, en todo caso, querer al amigo, e implica también querer el bien del amigo. Obviamente, señala Aristóteles, en cada una de las tres formas de amistad se quiere el bien del amigo por motivos distintos y de maneras distintas: en la amistad basada en la utilidad se quiere el bien del amigo por el beneficio que nos reporta, en la amistad basada en el placer se quiere el bien del amigo por el placer que nos proporcionan sus actos y su compañía, en la amistad basada en el bien y en la virtud, en fín, se quiere el bien del amigo por él mismo.
La segunda de las líneas que determinan el tratamiento aristotélico de la amistad es la perspectiva específica adoptada. Aristóteles reflexiona sobre la amistad desde una perspectiva ética, desde la perspectiva concerniente a la felicidad, a la vida buena, digna y satisfactoria. Desde esta perspectiva, Aristóteles considera que las amistades basadas en la utilidad y en el placer son formas deficientes de amistad comparadas con la amistad basada en el bien, en la virtud, a la cual denomina amistad perfecta. En realidad, la propia dinámica de la reflexión aristotélica parece conducirle a concluir que, en sentido propio y auténtico, solamente es amistad la amistad que se basa en la virtud y en el bien, como muestra el siguiente texto conclusivo:
«Ahora bien, puesto que la gente llama "amigos" también a los que se quieren por utilidad... y a los que se quieren por placer, tal vez nosotros también debamos llamarlos amigos y decir entonces que hay varias especies de amistad, y que primera y principalmente lo es la de los buenos en tanto que buenos, mientras que las demás lo son por semejanza con aquélla» (Ética a Nicómaco VIII 4, 1157a25-31).