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Domingo, 22 de diciembre de 2024
Jornadas sobre la antiguedad
EL HUMOR EN LA ANTIGUA GRECIA
Los mecanismos del humor en Aristófanes

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I.


El humor y la risa. Condicionamientos y sintaxis

Este es el autor del que nos proponemos hablar hoy aquí. De forma muy resumida, y sin duda incompleta, porque el tema que nos ocupa es profundo y extenso: abarca todo un género y once obras. Y aunque podemos obviar muchos aspectos que suelen subrayarse por parte de los helenistas que han abordado el tema, el intentar profundizar en los mecanismos del humor aristofánico comporta necesariamente tratar un extenso conjunto de elementos que conforman la Comedia política como tal. Por ello, de hecho, hasta ahora nos hemos venido refiriendo a ésta como el entramado propiamente dicho, que es,  del humor de Aristófanes. Pero, claro, si vamos a hablar de los mecanismos del humor en este autor, se impone también aludir previamente a las explicaciones que se han dado, en general, por quienes han reflexionado sobre el humor y la risa.

Curiosamente éste es un tema sobre el cual las teorías no se excluyen ni contradicen, sino que se suelen complementar. Es sólo cuestión de énfasis y de perspectiva. En seguida las veremos, pero ahora, para empezar, es preciso distinguir (cosa que no siempre se hace) entre en la risa como fenómeno fisiológico y el origen de la misma y su finalidad. Que la risa es un estímulo eléctrico de los músculos faciales que produce un arqueo de los labios hacia arriba acompañado de placer y de una respiración convulsa, es algo de sobra conocido. También lo es el hecho de que la risa puede surgir espontáneamente  (por un resbalón y una caída, por ejemplo) o ser inducida, que es la que aquí nos ocupa. Por otra parte, resulta manifiesto, aunque no siempre se subraya, que si nos convirtiéramos por un momento en observadores del publico de un espectáculo cómico, veríamos que las reacciones son muy variadas: habrá, naturalmente, risas en una extensa gama sonora y gestual, y habrá sonrisas, pero también habrá otras expresiones sonoras, como el silbido, y  comentarios de asombro -un chiste verde puede arrancar a veces una risotada, pero otras  incita al silbido o a lanzar un "¡hala!" según sea su intensidad y dureza. Pero, en fin, convengamos en dar a todo ello el nombre de risa. Lo que se ha estudiado sobre todo han sido, naturalmente, los condicionantes o la causa última, y el proceso mismo, de estos reflejos inducidos; y también los mecanismos lógicos, la sintaxis del humor que se origina sobre todo en el intelecto.

Como en tantos otros campos del comportamiento humano, hay una explicación sociologista que ve en el chiste, como expresión más emblemática del humor, el "castigo colectivo" de la sociedad contra un individuo que trata de salirse del redil, de sus códigos de conducta habitual. Esto, que es verdadero, resulta sin embargo limitado y solamente aplicable a la sátira, al humor mordaz, a la burla. Pero ello es sólo una parcela del humor -por más que precisamente en  Aristófanes sea una de las más importantes. En todo caso, esta teoría, que debemos al filósofo francés Bergson 3, presupone un elemento psicológico de agresividad que enlaza con la explicación fisio-psicológica que, diversamente formulada, es aceptada universalmente. En efecto, parece demostrado (como describe finamente A. Huxley 4) que nuestras glándulas producen una cantidad de adrenalina que es normal para una sociedad primitiva y muy superior, en cambio, a la que sería adecuada para una sociedad como la nuestra. Esta adrenalina, que, en una sociedad primitiva, se descarga en forma de agresividad real o de movimientos violentos de ataque y huida, encuentra en nuestras sociedades civilizadas cauces de descarga más blandos y suaves a través de gestos y reflejos que constituyen una forma vicaria y sustitutiva. Uno de los más importantes es la risa. Por consiguiente, el humor sería en general una fórmula civilizada de liberar un cúmulo de emociones e impulsos que reprime la vida en sociedad, como el miedo, el sadismo; o  incluso la simple expresión verbal abierta de las operaciones fisiológicas normales. 

Pero también, sobre todo en el humor agresivo de la invectiva, la burla y el ridículo, se trata de un cauce para ejercer una venganza impune contra quienes se consideran nuestros superiores -ya sean los dioses, los políticos o los intelectuales. O contra quienes consideramos inferiores a nosotros. Y, claro, la mejor forma de humor es la teatral porque esta venganza se realiza impune y claramente en el escenario ante nuestros ojos. Es la realización, la re-presentación, aunque sólo de forma ilusoria y durante el espacio de dos horas aproximadamente, de todo aquello que las frustraciones del espectador desearían que sucediera en la realidad. En esto consiste la catarsis de la Comedia: durante ese tiempo y en ese espacio limitado, pero que nuestra imaginación puede hacer eterno e ilimitado porque son el no-tiempo (la ucronía) y el no-espacio (la utopía) de la fiesta, nos liberamos, somos felices. Y la expresión fisiológica de esta liberación es la curvatura de los labios hacia arriba, el guiño cómplice. 

Bien. Todo esto que acabo de describir lo podríamos llamar pomposamente condicionamientos psíquicos profundos. Pero al analizar el fenómeno del humor y la risa, es igualmente importante determinar los mecanismos concretos que desencadenan esta última; y, naturalmente, no me refiero a los mecanismos automáticos inducidos por  situaciones ridículas ajenas a nosotros (por ejemplo, la risa que nos pueden producir los movimientos de un mono en su jaula del zoo), sino a los del humor consciente y creado a propósito por el hombre. Y, si es humano y tiene un propósito, lógicamente ha de consistir en un proceso mental determinado. Pues bien, A. Koestler 5 lo define muy bien cuando afirma que "el patrón común" todas las formas de humor "es la percepción de una situación o idea en dos marcos de referencia o contextos asociativos coherentes en sí mismos, pero incompatibles recíprocamente". En definitiva, la base de todo humor sería el contraste y la incoherencia que se manifiestan básicamente en dos planos: el fáctico que consiste en  situaciones, gestos y acciones, y el verbal. Pues bien, las distintas clases de humor coincidirían precisamente con los diferentes marcos de contraste. Lo veremos en seguida en Aristófanes. Sólo nos queda, para concluir estas consideraciones previas, poner en relación el proceso mental con el desencadenamiento de la risa ¿Por qué el descubrimiento de esta incoherencia hace que se mueva el músculo zigomático y nos cause placer? Esto es en sí mismo un misterio -ya que el reflejo de la risa es inútil, no sirve a ningún fin al contrario que los demás, en los que se ve la relación inmediata entre estímulo y respuesta (un golpe en la rodilla nos lleva a extender la pierna, por ejemplo). Es posible que, cuando ese descubrimiento es climático, es decir se produce tras una cierta expectación, relaje la tensión acumulada y se resuelva en risa (de ahí que Kant defina precisamente el humor como "la transformación de una tensa expectativa en nada"). Y si hay un salto repentino de un plano a otro, por ejemplo, del sentido metafórico al real en los chistes verbales, es la quiebra del curso lineal y esperado del pensamiento lo que produce la risa:  el Aprosdóketon, que decían los antiguos. 

*Notas

3 En su ensayo Le rire  (Paris, 1900).
4 En S.M. Farber-R.H.L. Wilson, Man and Civilization: Control of the Mind, N.Y., 1961.
5 Cf. “Humour and Wit”, NEB, vol. 9, pp. 5-11.

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