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LA IRA Y EL AMOR: EMOCIONES EN LA GRECIA ANTIGUA
Penélope / Ulises

Itzuli

I. Aspectos introductorios.


I.b. El marco de la Odisea

-Homero
Antes de referirme de forma específica a la Odisea, me gustaría hacer unas breves referencias a Homero que ayudarán a acercarnos al interés de este autor como fuente histórica. Aunque todavía muchos aspectos de la llamada “cuestión homérica” permanecen sin solución, en la actualidad existe cierta unanimidad sobre el hecho de que los poemas son una recopilación escrita que recogen una poesía que se transmitía oralmente desde el inicio y durante toda la edad oscura (1200-750). La redacción por escrito de los poemas tuvo lugar a mediados del s. VIII a.C. y en ella se narran una serie de hazañas épicas que recogen tradiciones tanto del añorado esplendor de la época micénica, como de la edad oscura, como del momento de su puesta en escrito, es decir del periodo arcaico. En cualquier caso, los datos más abundantes enlazan con su creación y transmisión oral y aunque no podamos ver en ellos un fiel reflejo de la historia, sí es factible obtener información sobre la mentalidad y ciertos usos sociales que permiten acercarnos a esos siglos oscuros; así bautizados, en parte, por la desaparición de una escritura que en el mundo micénico se empleaba básicamente al servicio del estado centralizado.
Pienso, como Finley lo hizo *1, que de los poemas homéricos, en general, y de La Odisea, en particular, se puede esbozar una época de pequeños reinos, a cuya cabeza se encontraba el noble que se erigía como más poderoso de entre todos los nobles, el basileus, cuyo cargo no era hereditario. Una de las actividades principales de la nobleza era la guerra, tanto defensiva como ofensiva; de esta última dependía en gran parte su riqueza, que aumentaba con los botines apresados y que eran repartidos jerárquicamente por el basileus, en función de la categoría social del guerrero. La Ilíada refleja la unión de varios reinos griegos en una expedición contra la ciudad asiática de Troya.
La unidad socioeconómica de la Edad Oscura griega era el oikos, que incluía no solo las pertenencias materiales del noble –la casa, las construcciones anexas y la tierra-, sino también el grupo de personas que se integraban en el mismo, la familia, los sirvientes y los esclavos. El ideal de cada oikos era la autosuficiencia, por ello se intentaba, en un riguroso reparto de tareas, producir en su seno la mayoría de los productos consumidos.
La familia se consideraba como la unidad básica de la sociedad. El matrimonio era monógamo, aunque al hombre se le permitía mantener relaciones fuera del matrimonio; las concubinas, en la mayoría de los casos, eran prisioneras de guerra que se asignaban a los vencidos como una pieza más del botín. En la Ilíada la cólera de Aquiles contra Agamenón es provocada porque éste arrebata al primero a Briseida, mujer que le había sido concedida en las circunstancias mencionadas.

-El relato de la Odisea
Una de las cuestiones homéricas sin resolver es si ambos poemas épicos fueron redactados por un único autor, aunque existe unanimidad en que la Odisea fue escrita con posteridad a la Ilíada y no sólo por el orden de los acontecimientos que se narran, sino porque en aquélla se plantea un ideal heroico que ha evolucionado; en cierto modo, el perfil del héroe se humaniza y probablemente expresen de una forma más clara los ideales de la época.
Transcurridos los diez años de la Guerra de Troya, la Odisea relata el nostos de Odiseo, un regreso se prolongó otros diez años y que parecía que nunca iba a completarse. La principal causa de este retraso era la furia que el héroe provocó en Posidón al cegar a su hijo, el cíclope Polifemo, y, además, vanagloriarse de ello. La venganza del dios no fue la muerte, pero sí el deseo insatisfecho, el deseo de regresar a su patria y encontrarse con los suyos para envejecer en paz, como basileus de su pequeño reino de Ítaca.
En el transcurso de estos años, Odiseo, primero en compañía de sus hombres, y luego en solitario, recorrió tierras desconocidas y se encontró con gentes inhóspitas, que desconocían las normas cívicas y que, en muchos casos, ni respetaban a los temidos dioses. La única excepción fue la tierra de Esceria, que, a muchos niveles, sirve de transición al mundo conocido, ya que sus habitantes, los feacios, además de respetar las normas éticas y religiosas, trasladarán al héroe a su añorada patria.
-El marco de esta exposición: El Reencuentro
He abordado el estudio de los poemas homéricos, en general, y de La Odisea, en particular, desde diversas perspectivas. Esta es la primera vez que lo hago en relación al amor y creo que no exagero si afirmo que esta obra está cargada de sentimientos y emociones, ingredientes imprescindibles en el amor, ese amor que hoy en día entendemos y aunque en Grecia quizás no estuviese conceptualizado, ni las relaciones amorosas se establecían con nuestras normas, sí existía como sentimiento.
Para demostrar esta afirmación he seleccionado un tema recurrente, el del  reencuentro, que se manifiesta a través de toda la obra. En la primera parte, cuando Odiseo se halla lejos de su patria y de los suyos, en forma de añoranza, quizás morriña o saudade serían las palabras más idóneas para definir el estado de ánimo permanente que se refleja en este héroe, no sólo en las situaciones de peligro sino también en otras que, como veremos, ofrecen una serie de ventajas sobre la vida que le aguardaría si regresara a Ítaca.
Si en la primera parte era un profundo anhelo, en la segunda, a partir del momento en que el héroe arriba a las costas de Ítaca y el añorado reencuentro con la tierra y los seres queridos se sucede; avanza hacia una nueva sensibilidad: el deseo de venganza y de la vuelta al orden preestablecido.
A través del análisis y exposición de una serie de fragmentos seleccionados, será factible demostrar la existencia del amor, a distintos niveles y con diferentes características: a su madre, Anticlea, que, sin esperarlo, encuentra su alma en el Hades, al haberle causado la muerte el sufrimiento de la prolongada ausencia de su hijo; a la tierra que le vio nacer y crecer, Ítaca; a su diosa protectora, Atenea, que tras años de ignorarle, vuelve a prestarle apoyo en una empresa difícil; a su hijo, Telémaco, que abandonó cuando era un niño y reencuentra siendo casi un adulto, pero sin asumir las riendas de la casa y a su esposa, Penélope, asediada por más de cien pretendientes y sumida en una desesperación que le impedía asumir los quehaceres de una ama de casa.
Tras el análisis de estos reencuentros, espero que resulte evidente que, aunque no de una forma consciente, en la Odisea está presente un sentimiento que en nuestra época identificamos sin dudarlo con el amor, ese amor que presenta y presentaba múltiples formas (físico y sexual, maternal, como amistad...) y facetas (una inclinación, un afecto, un apetito, una pasión, una aspiración...).

*1 Finley, M.I. El mundo de Odiseo. F.C.E. México, Madrid, Buenos Aires, 1961.

Gora

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