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Domingo, 22 de diciembre de 2024
Jornadas sobre la antiguedad
LA AMISTAD EN LA ANTIGUA GRECIA
La amistad en Platón

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Eros y Philía en el Pensamiento Griego Aristóteles

Cuando queremos hacer un balance de nuestras lecturas sobre la amistad en la filosofía griega, sorprende la diferencia que encontramos en la atención que Platón y Aristóteles han dedicado a la philía y el éros. En Platón hay tres diálogos, el Lisis, el Banquete y el Fedro, en los que el tema de la philía es una de las cuestiones fundamentales. Pero ocurre que en estos diálogos la philía no es más que un fondo difuso cuya estructura conceptual no aparece claramente definida por Platón, porque elamor inunda siempre el primer plano de sus consideraciones y acaba por imponerse haciendo que todas las demás cuestiones relacionadas pasen a un segundo término en el que acaban por diluirse como un decorado secundario que no recibe mayor atención. En cambio, Aristóteles ha dedicado dos libros de la Ética a Nicómaco y uno de la Ética Eudemia a tratar de la philía y, con el carácter sistemático que le caracteriza, ha definido perfectamente sus características y condiciones de posibilidad y sus diversas clases, mientras que no encontramos en su obra más que referencias meramente episódicas al amor, que pasa desapercibido como una cuestión sin interés en la arquitectura general de su filosofía práctica.

Para comprender esta notable diferencia en el tratamiento que los dos grandes filósofos han dado al tema, es menester que hagamos algunas precisiones lingüísticas sobre el significado de ambos términos. Las diferencias entre éros y philía están bastante claras en los diálogos de Platón. En primer lugar, el término éros y sus derivados, cuando se utilizan en el ámbito de las relaciones interpersonales, denotan un deseo sexual, a diferencia de philía, que hace referencia por su mayor amplitud a sentimientos de cariño y afecto que pueden ser totalmente independientes de las relaciones de carácter sexual. En el discurso de Lisias que se lee en el Fedro (233c) se dice que puede haber una philía intensa sin la existencia del éros , como se pone de manifiesto en los sentimientos de afecto paterno filiales y en algunas amistades que no se engendran por un deseo (ex epithymías toiaút s, 233d) de esta índole sino por otros motivos.

En segundo lugar, hay entre ambos términos también una notable diferencia en la intensidad de las pasiones implicadas, que es mucho mayor en el caso del éros . En el Banquete (179c1-2) Fedro dice que Alcestis fue la única dispuesta a dar la vida por Admeto, a pesar de que éste tenía padre y madre, porque los aventajaba a ellos en el afecto (philía) que profesaba a su esposo debido al éros (dià ton érota ). En Las Leyes (837a8-9) el Ateniense afirma explícitamente que cuando la philía se hace vehemente (sphodrón) la llamamos éros y Aristóteles dice igualmente que éste consiste en una cierta hiperbol de la philía (Ética a Nicómaco. 1171a11-12), por lo que sólo puede experimentarse hacia una sola persona. En la literatura contemporánea se insiste en esta intensidad del éros que lo convierte en una pasión arrebatadora que en algunas ocasiones lo aproxima a la enfermedad y la locura 1

En tercer lugar, tenemos la asimetría característica del éros , tal y como es vivido en el mundo griego que nos describe Platón 2, frente a la reciprocidad propia de la philía. En el caso de la relación erótica el vocabulario distingue el sujeto y el objeto de esta pasión, es decir, entre erastos y eromenos, porque hay una gran desigualdad entre ellos que hace imposible la simetría. El esquema predominante de relación erótica que se describe en los diálogos de Platón, como en tantas otras obras de la literatura griega, es una situación en la que un varón maduro solicita los favores de un adolescente, que no experimenta el deseo sexual de su amante sino en todo caso esos sentimientos de afecto, gratitud y admiración que son propios de la philía. Muchas veces ni siquiera se da esto y el eromenos se siente perseguido y hastiado o, como diríamos hoy, acosado, mientras que el erastos experimenta una pasión que a veces le acerca a una locura irracional.

*Notas

1.Véase especialmente el Himno a Eros del Hipólito de Eurípides donde se afirma que "ni el dardo de fuego ni el de las estrellas es más poderoso que el que sale de las manos de Afrodita, lanzado por Eros, el hijo de Zeus" (vv.530-3). También en la Antígona de Sófocles (v.790) se dice que posee una fuerza invencible a la que no pueden resistirse dioses ni hombres y que hace enloquecer al que lo posee. En la citada obra de Eurípides , Fedra se lamenta de que no ha podido vencer a su amor con la cordura (t i s phroneîn, v.397; cfr. tb.494-5) y ella misma percibe su pasión como una enfermedad (cfr.vv. 394, 401, 597) o demencia (ánoia, v.398). Platón parece argumentar en el Fedro contra este conglomerado de ideas, para rebatir puntos de vista como los expuestos en el Hipólito, porque aquí se ve el amor como "ceguera enviada por un daímon" (v.241) y, en consecuencia, como un gran mal o "enfermedad" recibida de la divinidad (v.248). Si pasamos de la tragedia a la sofística, encontramos también testimonios semejantes: Pródico afirma (B7) que el deseo reduplicado es amor y reduplicado éste se convierte en locura (manía). Gorgias, por su parte, dice (B 11, 19) del éros que es un dios dotado de fuerza divina o una enfermedad humana y una pérdida del juicio (agnóoma) en el alma que impiden recriminar a quien sufre sus efectos, porque no se trata de una falta sino de una desgracia que no llega por decisión de la inteligencia (gnomos bouleúmasin).
2.Cfr., K.Dover, Plato, Symposium, Cambridge, 1980, p.4. Cfr.tb., C.Kahn, Plato and the Socratic Dialogue, Cambridge, 1996, p.260-1; M. C. Nussbaum, La Fragilidad del Bien, Madrid, 1995, p.256-7; F.Rodríguez Adrados, Sociedad, Amor y Poesía en la Grecia Antigua, Madrid, 1995, p.27-8. Cfr. tb últimamente, C.Calame, Eros en la Antigua Grecia, Madrid, 2002, p.28 y sgs.Una extensa nota bibliográfica sobre los diversos estudios y las discusiones suscitadas por el libro de K. Dover, Greek Homosexuality, (Cambridge, Mass., 1979) que sigue siendo una obra de referencia en este terreno, puede encontrarse en D.M. Halperin, "Plato and Erotic Reciprocity", Classical Antiquity, 1986, V, 60-80, esp p.65, n.13. 

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