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EL HUMOR EN LA ANTIGUA GRECIA
Los mecanismos del humor en Aristófanes

Itzuli

II. PROCEDIMIENTOS Y MECANISMOS DEL HUMOR ARISTOFÁNICO


Juicio de Platón, Aristóteles y Aristófanes

Con que volvamos a Aristófanes. Aunque vamos a ver muy brevemente, antes de que nosotros mismos tratemos de indagar sobre las clases de su humor, qué pensaban del mismo los griegos y el propio Aristófanes. Claro que hay que tener cuidado, porque quienes emitieron su opinión sobre el cómico ateniense eran gente seria y poco amigos de la risa, como Platón y Aristóteles (del que sólo se conoce un chiste), por lo que su opinión puede ser parcial y negativa. Y en cuanto a la de Aristófanes, también hay que tomarla con una cierta precaución porque la suele emitir, como antes veíamos, en la parábasis, donde tiene que intentar convencer a los jueces y, por lo tanto, hay mucho autoelogio. Su opinión será, por tanto, parcial y positiva. Platón se plantea el problema de la Comedia, tanto en la República como en Las Leyes, siempre desde el punto de vista de su incidencia moral en la ciudad que él está diseñando. Pero siempre la une a la Tragedia de la que es el reverso. Y, debido a su rechazo de todas las formas de imitación, las excluye a ambas de su polis: en su obra póstuma Las Leyes, curiosamente y para nuestro asombro, rechaza la Tragedia pero admite la Comedia, aunque, eso sí, sólo representada por esclavos y extranjeros asalariados: "nunca debe ser objeto de atención seria y no debe aprenderla ninguna persona libre, sea hombre o mujer". El meollo de la cuestión está en que para Platón, el objeto de la Comedia lo constituye "lo feo" (to aischrón) tanto en sentido estético como ético, lo mismo que para Aristóteles. Pero este último distingue positivamente la Tragedia como género imitativo moralmente noble y literariamente superior, mientras que la Comedia tiene por objeto la imitación de formas de comportamiento o caracteres viles e innobles, inferiores a nosotros; y, lo peor de todo, sus autores son caracteres inclinados también ellos mismos a la vileza. ¡Pobre Aristófanes! Pese a todo, absolvamos a Aristóteles porque, mientras que Platón vio sin duda muchas Comedias en el teatro y pudo situarlas en su contexto político, el estagirita sólo las leyó como nosotros; él vio la Comedia Media y Nueva, la de Menandro y compañía, que es Comedia burguesa y dulzona: por eso dice en la Ética a Nicómaco: “Pero la broma de un hombre generoso difiere de la de uno servil, y la del educado difiere de la de uno sin educación. Podría ello verse en las comedias antiguas y en las nuevas: en aquéllas la risa consistía en el lenguaje obsceno, mientras que en éstas es la insinuación: y no es baladí la diferencia entre ellas con vistas al decoro 6. Además, si es cierto que Aristóteles escribió un libro, desgraciadamente perdido, sobre la Comedia  (el leit-motiv de El nombre de la Rosa de Umberto Eco), seguramente dijo allí cosas más inteligentes sobre este género.

¿Pero qué dice el propio Aristófanes sobre sí mismo? Si rebajamos un poco el tono y alcance de sus afirmaciones, de lo que dice de sí mismo en la Parábasis de Nubes, Avispas, Paz y Los Caballeros, podemos deducir lo siguiente: Primero, que es un poeta hábil y experto (sophós) cuyas obras no se basan en la utilización de trucos fáciles para hacer reír, sino en la excelencia formal de sus versos. Segundo, que es innovador, aspecto esencial de todo humor: siempre aporta formas (idéas), es decir, argumentos, trucos, en fin, procedimientos nuevos y siempre diferentes. Desde luego, distintos de los de sus competidores. En este sentido afirma haber influido decisivamente en hacer de la Comedia un género más noble y artístico: ha conseguido que sus competidores no saquen una y otra vez a viejos dando garrotazos, a viejas borrachas bailando el kordax, esa danza que consistía en darse pataditas con el talón en el trasero;  a Heracles comiendo a dos carrillos; en fin, a un esclavo apaleado mientras otro se ríe de él. Ha conseguido incluso que le imiten sus metáforas  ("a fango revuelto, ganancia de pescadores de anguilas") y sus argumentos. Y, sobre todo, es el más valiente: mientras que sus competidores solo atacan a gente sin importancia, a la morralla (los chinches, dice) él fue directo por el jefe del estado, Cleón. Lo que le produjo algún disgusto, por cierto.

Pero hay un aspecto en el que Aristófanes insiste en más de una ocasión -y que contradice abiertamente la visión negativa de los filósofos: la Comedia suya tiene una parte seria (“También la “trigedia” conoce la justicia: voy a decir cosas tremendas, pero justas”, Acarn. 500) y, por ende, Aristófanes es en el fondo, no sólo un educador moral, ya que instruye, aconseja y reprende, sino, además y por lo mismo, un “defensor de la polis contra el mal” (alexíkakos, como Heracles) y un purificador (kathartés), como los que eran tan solicitados en su época en Atenas 7

*Notas

6 Cf. Ética a Nicómaco IV.8.
7 Avispas, 1043.

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